miércoles, diciembre 26, 2007

No habrá ninguno igual

Recién ahora, a días de los 40, entiendo eso de no habrá ninguna igual, no habrá ninguna, que una vez me dijo mi hermano mayor que lloró mi papá cuando se separó de mi vieja. La separación duró unos meses, pero para todos fue terrible. Durante años para mí mi viejo fue un maricón. Un tipo incapaz de bancársela solo que por eso volvía; un pollerudo, en definitiva. Volver me pareció la peor decisión de su vida. Nos arruinó a nosotros, pero sobre todo lo arruinó a él. Nunca más pudo ser el que había sido. Es cierto que no hay regreso de ninguna situación, porque la vida sólo es para adelante. Pero volver después de plantarte para descubrir a los pocos días que volviste por cagón porque nada por lo que te habías ido había cambiado, debe ser una de las humillaciones más grandes que se pueden recibir. Y quien la soporta, o pretende soportarla, sólo lo hace por el íntimo deseo de castigarse por semejante equívoco. En ese castigo se le va la vida. Y se lleva parte de la de sus hijos. Nunca la de ella:de eso se trata el castigo, de afectar aquello que más se quiere, y cuando la que se quiere dejó en claro su respuesta con su humillación, ya no queda más que golpearse a sí mismo, y con esos golpes golpear a quienes aún nos quieren.
Busqué un macho todo el tiempo que pude. Y lo encontré. Debería sentirme feliz. El señor, el día que me dejara, lo haría para siempre. Y era cierto: lo tuve que dejar para volver a sentirme un poco yo. Tendrías que haber aprendido a pedir perdón. Pero lo suyo no era eso. Creo que no lo habría elegido de haberlo sospechado. Y así, orgulloso, cerró todas las puertas. Supongo que tampoco lo habría elegido de haber sospechado que tuviera espacio para otra cosa que no fuera su narcisismo. Ahora ya está. Frase sólo  terrible cuando es lacónica. Y es lacónica cuando una llega a decir que no habrá ninguno igual, no habrá ninguno, y no hay gritos, espasmos, llanto incontrolable, ni siquiera lágrimas; tan solo la tristeza angustiante que eleva los hombros y saca desde lo más recóndito de una, una sonrisa por los herederos de ese amor: de ellos se espera, que algún día, puedan revivirlo.

sábado, diciembre 22, 2007

Ellos

Ayer no pude ir a ver a Soda por ellos. Siempre es por ellos que no podemos hacer lo que queremos. Ellos son cualquiera. Todos. Cambian según el lugar, la circunstancia, el motivo. Siempre hay un Ello, como descubrió Oesterheld en El Eternauta. Los hijos, los padres, el señor, las amigas, el jefe, la corporación, el sistema, siempre somos ell@s y nosotr@s. No importa el género, no importa si estás abajo o arriba, si cogés bien o mal, si te gusta bajar o que bajen. No importa nada, siempre habrá un ellos. Y están desde que tenemos memoria. Se pusieron ahí, en algún lugar de nuestra cabeza, y perduraron. Y perdurarán  por más que descubramos todos y cada uno de sus escondites, formas, metamorfosis, porque cada vez que lo hagamos cambiarán de lugar, mutarán, se disfrazarán, harán lo que sea para perdurar, incluso hacernos creer que no fueron ell@s, sino nosotr@s. Algun@s incluso no se irán con nosotr@s, como un virus se contagiarán a otr@s y sobrevivirán a nuestra muerte. Alguien los puso ahí para eso, para que intenten la inmortalidad. Quiénes habrán sido, sino ellos.

martes, diciembre 18, 2007

Belmondo

Una amiga me preguntó por qué no posteaba. No tengo ganas, le dije. Toda la verdad del mundo, si es que a esta altura de la vida una puede decir la verdad. En realidad nunca pudo, pero en algún otro momento de la vida creyó que lo decía. Al borde de los 40 ya no me creo esas cosas. Ni muchas otras, claro. Por ejemplo, que mi mirada cambie de foco  y comience a ver cosas que no le interesan. Hay algo que me dice que ya no quiero hacerlo. Especialmente el hecho de que no haya hombre con el que pienso que me puedo levantar. O sea, como aprendí en Sin aliento de boca de Belmondo (fantástica boca de labios carnosos, para dar esos besos que por lo general tanto nos gusta, los que nos hacen sentir protegidas, queridas, importantes, esos besos que le sacamos a todos los hombres para ver si les interesamos, y que antes o después, en el sexo, al besar nuestro pezón nos hacen subir eso que a falta de mejor nombre llamamos cosquilleo y nos contrae por dentro, dotándonos de una fuerza superior para abrazarlo con todo contra nuestro pecho, soñando y viendo, y que por ver soñamos, que su boca juega con nuestro pezón): lo importante no es llevarse una mujer a la cama, sino despertarse con ella. Más de dos años parecen ser tiempo suficiente como para considerar que tomé una decisión. Y que será muy difícil revertir. 

lunes, diciembre 10, 2007

Qué se le va hacer

Nunca me va a gustar el pasado en vez del futuro, aunque sea el pasado lo único que extrañe en mi vida, y lo único que sé que me hizo y me hará feliz.

sábado, diciembre 01, 2007

Erotismo

Al final siempre te quedás. Pocas veces tenés ganas. Te parece que el esfuerzo no vale la pena, que para qué si después volvés tarde, dormís poco, los chicos se despiertan temprano y algunas otras muchas contras más. Pero vas porque es una amiga con la que no querés perder relación, con la que no tendrías que perderla y mucho menos debería, porque sería una nueva ventana cerrada al mundo, menos contacto, menos fiabilidad ante la humanidad que cuando necesite a alguien, entonces, seguramente, no pensará en vos. Así que vas. Y lo mal que hacés. Y lo bien que hacés, porque ellos, los qué decís que son lo único que te importa y te interesa y por lo que hacés todo en este mundo, incluso quedarte en él pese a tu voluntad, te ven salir, y al menos tienen la ilusión de que mamá se divierta, aunque sepan bien que no es cierto, y lo recuerden cuando crezcan y deban descubrir por qué sus vidas son del modo que son y no como ellos la habían soñado.
Así tiempo que no veía tamaña falta de erotismo. Ni siquiera en una fiesta de sala de cuatro, cinco, tres o dos hay semajante falta de erotismo como entre gente cercana a los cuarenta o ya con ellos, en pareja y con hijos, aunque sin ellos presentes, porque viste, cómo llevarlos a una fiesta así, si vamos a bailar y tomar alcohol; los chicos habrían sido una buena excusa. Tendríamos algo en qué amparar nuestra falta de deseo sexual, nuestra falta de deseo en cualquier otra cosa que no sea lo que hacemos todos los días: contar lo que hacemos todos los días hablando de la falta de entusiasmo que tenemos todos los días y de las fobias que nos crecen todos los días. Ese mundo insoportable repleto de gente insoportable jamás permitiría el sexo en cualquiera de sus manifestaciones, empezando por el de la sugerencia, que es el que abre las puertas de la percepción y pudre la armonía vetusta del todo tranqui, todo liso. Todo muerto. A tal punto hay programas propios que corren en segundo plano ejecutando eso que si nos diéramos cuenta que hacemos nos daría asco de nosotras mismas, que la agasajada en cuestión pidió que los tragos que un par de chicas, a la manera de las fiestas cool, preparaban en una mesa, no tuvierana mucho alcohol. Mirá si después tenemos que llevar alguien a su casa (o a la nuestra, en caso de ser pareja) o, lo que es peor, nos tenemos que bancar a varios de ellos queriendo coger, no tener sexo, menos hacer el amor, sino coger a las tres, cuatro de la mañana, alcoholizado, algo bestial e irrefanable en sus ganas de ponerla. Y por eso están juntos: no cogen, aunque duerman juntos y a veces se las metan. Y sobre todo porque ninguna de ellas tomaría una copita demás y, en ese estado algo alterado, volviera a sentir algo parecido a lo que alguna vez sintió por eso que la acompaña, y lo manoteara con sensualidad, deseosa, llena de erotismo.

martes, noviembre 27, 2007

Película

Gracias Lola por Joan Jett. Un descrubrimiento, como el que aquí festeja Gantman. Es extraño esto de agradecer a gente que nunca vi personalmente y que sin embargo últimamente me aporta más que cualquiera de los cercanos. Y encima los cercanos aparecen como equívocos de los años pasados. Su cercanía, claro. ¿Cómo se llega a eso? ¿Cómo una persona a la que le dimos todo y con la cual desplegamos todo el arsenal posible que alguien pueda desplegar para demostrar que somos confiables, puedan seguir tratándonos como que no lo somos, que mansillaremos su honor o el de lo hijos que tuvimos? Cómo puede seguir accionando sobre esa parte de mí que sabe que tiene que accionar para hacerme sentir mal, culpable, responsable, mal hablada, irascible, como si viviera acompañada de una mestruación eterna, como me dijo que me veía un amigo, un amigo más grande que siempre me quiso coger y al que siempre dije que no porque quiero seguir teniendo como amigo, y del que me alejé varios años precisamente para que ése que después de todo el arsenal desplegado sigue poniéndome en duda, confiara definivitamente de que yo era confiable. Que yo no me borré sola la vez que me borré, según su afirmación dicha así al pasar, como quien no quiere la cosa pero la desea más que nada en el mundo, me borré con él y debido a él, ahora contagiado. Loca por su desprecio me borré, loca por el destierro de su vida al que me sometía. No resistí, cierto. Aún no le puedo explicar a ellos que las mujeres tenemos una cierta debilidad, acaso biológicamente estructural, que hace que nuestras cabezas estallen con más facilidad que la de ellos. Pero eso que no les contaría y que él  no quiere que les cunte porque se le caería la cara de vergüenza, sobre todo ante su primogénito, me lo tengo que comer calladita sin que siquiera me reconozca que no me borré, en todo caso no pude evitar el destierro al que me sometía. No entiendo cómo sigo creyéndome esa película que cuentan sobre mí.

viernes, noviembre 16, 2007

Padres

Al principio, cuando me separé, unos cuantos se mostraron más simpáticos. El señor me dijo, una vez, que nada le parecía más insoportable que un varón preguntándole a la mujer que se había separado cómo andaba. Y eso que al señor muchas cosas le parecían insoportables. Casi todo diría yo. En ese momento no entendía. Y cuando me separé, tampoco. Con el tiempo fui cayendo. Y lo más lindo que nadie te quiere coger. En realidad sí, pero lo niegan. Se te acercan a ver si vos te querés consolar con ellos, y en esa búsqueda de consuelo terminás más allá del límite, y entonces ellos te ponene el límite. Es su manera de demostrarse que son lo que piensan que son: rectos padres de familia, preocupados por el bienestar de sus cercanos, buenos ciudadanos; impolutos. Insoportables. Incluso los que toman distancia de las partes, lo son. Lo son más bien por conciencia: saben por qué y para qué se acercarían, un día se dieron cuenta, como el señor, y entienden que están inhabilitados para esa acción. Cualquier cosa con ellos sería imposible. Sólo si fueran padres de otro establecimiento, como decían las autoridades escolares cuando éramos chicas. Un varón padre es un varón sin erotismo. Y sólo es padre cuando lo cruzamos cotidianamente en la puerta de la escuela de nuestros hijos. No son cogibles, acaso porque hace mucho pero mucho que no cogen, aunque la metan. Es increíble cómo chicos tan bonitos y apetecibles pueden esconder todo con tal de que una mujer los quiera.

lunes, noviembre 05, 2007

Reproches

Hace tiempo que no reprocho a nadie. A nadie que no sean mis hijos, claro. Pero esos reproches no cuentan. Cuentan los que extraño. Los que me hubiera gustado decirle a N que despertó una ilusión que creí que no tenía, y que acaso por creer no tenerla la tengo y en demasía. Contando los últimos años con el señor, me da vergüenza decir cuánto hace que no recibo ese cariño que se da por placer, que se da simplemente por el placer que da ser partícipe de la felcidad ajena. Demasiado tiempo como para recordarlo y describirlo con exactitud. Pero N despertó la ilusión. La necesidad todo lo puede. Incluso lo que se piensa que jamás se hará. El problema es que hay necesidades que son tan pero tan necesarias que sólo gente como N puede hacerlas venir de allá atrás, del último plano, para ponerl adelante. El problema es la necesidad, claro. Y la necesidad se suple satisfaciéndola, o volviéndose una miserable. Tanto esfuerzo por no ser miserable que cae cualquier N y despierta la ilusión.
Prometió llamar y no lo hizo. Y yo, por eso de que por qué hay seguir el sentido común, siempre mezquino, o el instinto, siempre protector de sí mismo, conservante del egoísmo que nos vuelve hacia adentro y no aleja de la posibilidad de compartir, llamé, violando el precepto que las chicas sabemos que no tenemos que desobedecer, porque en cuanto lo hacemos quedámos automáticamente en posición adelantada. Y a los chicos no les gustan las chicas adelantadas. Y entonces tal vez el problema sea que no reprocho.

domingo, octubre 28, 2007

Culo

Cuando le bajé el pantalón me llevé una sorpresa. Media hora tocándonos, con transciones de besos a 45 grados, lenguas en cuellos hasta alcanzar el cuero cabelludo y posan en la oreja, con un orgasmo detenido para después tenerlo con él, para que la erección que había comprobado con toda la palma de mi mano fuese una cosa que perdía la tensión. Pensé que mi sentido, aunque más mi percepción producto de mi estado, me había engañado. Pero no, con mi boca en su ingle y aplastando su pija en mi mejilla, mi ojo, mi oreja, levanté las cejas, los párpados, la vista y lo vi mirándome y antes de que pudiera sonreirle decirme chupamela. Tenés forro?, no, yo sí, pero chupamela así, no, je, dije, y el sonrió y en no más de dos segundos preguntó por? y yo no supe decirle que desde que el señor me dijo lo que tiene no se la chupo a nadie sin certificado de hiv fechado el día anterior (y ni sé si así podría hacerlo), entonces le dije que y, no, no es del todo seguro, y la verdad es que no quisiera hacerlo así, con eso en la cabeza, eso qué?, eso, pensando que es peligroso, en vez de hacerlo otro día cuando los dos estemos más confiados y ni hasta te dé mi culo.
Se corrió (no a la manera gallega, claro, eso hubiera sido para levantarme y vestirme). Suave, casi imperceptible. Pero se le notaba el disimulo, que le gustaba mi culo, aunque a decir verdad le gustó mucho más la manera en que se lo dije y en su fantasía de hacerme el culo y de que una mina la primera vez le diga que le daría el culo. El disimulo le duró poco porque se le murió. Es sólo un forro, le dije, no, no es solo un forro, me dijo, se pierde un montón. Y qué, me la ibas a meter sin forro. Por qué no? Jeje. Me levanté, me puse la remera y le dije que me quería ir a dormir sin miedo a que se pusiera un poquito denso. Hice valer mi experiencia y mi edad. Con sus 29, él no supo qué hacer.

lunes, octubre 15, 2007

Obligaciones I

Y además, no entendés nada porque nunca estuviste sola. Nunca te costó. Y no sabés lo que es estar sola con hijos. Vos preguntaste, por qué no te bancás la respuesta? O sólo te interesa chusmear, sos como el periodismo, que te saca algo en un hora de entrevista en el mejor de los casos, y después te deja con todo eso encima, sin nada a cambio? Porque por lo menos el periodismo te saca en tapa, te da una nota, te hace famosa en televisión. Vos qué me das? Me invitás a tus fiestas, me integrás a tu grupo de amigas, aunque sea a uno en el que no te dé vergüenza o no te haga sentir incómoda, uno donde no esté atajándote de cada uno de mis comentarios, vigilando a ver qué digo o dejo de decir? No, no lo hacés porque me tenés miedo, y al mismo tiempo no te bancás dejarme de lado, reconocer que no te intereso lo suficiente como decís que te intereso, como todas las noches te repetís que te intereso, sólo para sentir que tan mala no sos. Y lo más gracioso es que no sos mala, son común, sos normal, sos como yo y los demás. Lo único que hace diferente a la gente es reconocer que es igual a los demás, que actuaría de la misma manera en la misma circunstancia y que, como decía Celine, lo difícil no es la traición, sino tener las oportunidades. Si tan solo te bancaras eso, qué maravillosa amistad tendríamos!

sábado, octubre 13, 2007

Obligaciones

No nena. No es como vos decís. Una vez más no podés ver desde tu comodidad que yo alguna vez llamé burguesa, cuando la única connotación que le daba era económica, y no era, como entendí después, una forma de ver las cosas que implica la necesidad imperiosa de que todo tenga solución, arreglo, de que todo pueda ser controlado, ya sea en el momento o con paciencia, porque el tiempo nos dará la oportunidad de arreglar aquello que no podemos hoy.
No, nena. No es así. Nunca fue así. Lo que pasa es que una cosa es tener que decirle que no a tu maridito, que te quiero coger igual por más que no estés como antes, y otra muy distinta tener que decirle que sí a más de un chulo que años atrás ni te atrevería porque qué dirían tus amigas, y que ahora lo hacés aunque sea por la fantasía catastrófica de que te vas a quedar sin lubricación si no la usás, y que un dedo de varón es otra sensación que el tuyo, y que te monten por atrás no es lo mismo que te metas algo por atrás.
No, nena. No tiene nada que ver con lo que decís y me proponés, incluso desde la más profunda fe. Porque no te podés atrever a pensar que no es así, se te caería la estantería, dejaría de funcionar el andamiaje sobre el construiste todo, como lo hice yo en su momento, y como la hacemos la mayoría de las que armamos una familia a la vieja usanza, no porque respetemos los fundamentos básicos, sino porque seguimos su concepción de unión, falta de fisuras y perpetuación en el tiempo. Y así no se hace más.
No, nenita. No. Y no. No todos somos exitosos. A veces no poder es no haber sabido en su momento. Y yo no supe. Mala leche. Dejame un poco de resignación. O dejame la resiganación, que es lo único que más o menos me mantiene en pié, que así necesito estar por un tiempo por mis hijos. Dejame de obligarme a estar bien, como otros obligan a la salud, porque la única justifiación que pueden encontrar para sus acciones es que lo hace la mayoría. Gregarios de mierda que se pasan defendiendo la individualidad.
No, nena. No hay por qué buscar cosas que te den placer. Ni siquiera el placer es indispensable para vivir. Si no te gusta, no me invites a tomar algo, no me preguntes, no me quieras sacar cómo estoy, cómo me siento. Se nota, se ve a la legüa, como decía mi abuelita que ya va a por los 90, como también se agarraba más rápido a un mentiroso que a un rengo. Si no querés darte cuenta o querés creer otra cosa es problema tuyo. A mí no me rompas las bolas. O los ovarios, para ser más de género, viste?

sábado, septiembre 29, 2007

Tiempo

El tiempo, con lo único que arrasa, es con una. No sé si arrasa con todo, como sostenés, Moriarty. Acaso el tiempo no te trajo hasta acá, hasta mí? O me hubieras descubierto cuando el señor existía y vos eras vaya una a saber qué? Eso también lo hace el tiempo, la posibilidad de ubicarse en otro lugar y ver otras cosas, la posibilidad de que tu cuerpo cambie y te enseñe nuevos caminos, tu química cerebral se expanda o contraiga cual universo y te permita o impida acceder a nuevos mundos, nuevas mujeres, varones, sexos, personalidades dentro de vos misma, como lo sugiere Lola. Deberías conformarte con esto, Moriarty (lo cual, como varón, seguramente te hará retirarte hacia otro campo de batalla). Es cierto que tu característica insistente te hace varón. Las minas, al menos las varias que conocí, siempre se me hicieron más tácticas y estrategias, midiendo la primera en función de la obtención del objetivo de la segunda. Pero vos temés a lo que temen todos los varones: que los acusen de no haberse animado, de haberse apichonado en vez de ir al frente sacando pecho. Lo que te dije, Moriarty. Conformate con esto, con lo que te doy acá, que es mucho más de lo que te daría personalmente. Vale para todos. Pero más para los que en vez de acompañar quieren mostrar el camino. Tal vez el tiempo te dé la razón. Pero como aprendí de Keynes en mi paso por la facultad de Económicas cuando le preguntaron si su política económica no pondría en riesgo el futuro de la economía: en el futuro estaremos todos muertos.

Nuevo corte

Irritada todo te molesta más. El nivel de tolerancia a las cosas baja considerablemente. Si esto sucede por lo general cuando el cuerpo, sea por menstruación, premenstruación o simple resaca (para que los varones entiendan, para Moriarty?) pide calma y relajación para recuperarse, quiere decir que no tine la suficiente energía para enfrentar los avatares cotidianos: desde hijos a pareja, todo se vuelve insoportable. Acaso todo se vuelve como realmente es, y una descubre verdades que la energía gastada a diario mantenía ocultas.
¿Qué verdades? No sé exactamente cuáles, pero a todo se le ve su parte fea, parte que antes no se veía. Por ejemplo: por más que vayas a la peluquería, te hagas el super corte y te super peinen en una peluquería top, no una de tercera, ni siquiera una de segunda, y la diferencia con tu pelo anterior sea notable, pocos se darán cuenta. Especialmente no se dará cuenta la gente sobre la que estabas poniendo tus expectativas últimamente. Sí, él, quien de verdad te preocupa. Después te das cuenta que la pregunta, tonta, esa que dice: te cortaste el pelo?, la hace hasta quien sabía que jamás podría dejar de darse cuenta de esas cosas. No hace falta que sea alguien muy cercano, sino alguien que pone toda su atención en eso, y que de ese tipo de cosas siempre se da cuenta. Ese te enseñará que incluso hasta el más atento hace la pregunta más desatenta, o una que no esperarías. Si no que esperaría un: te cortaste el pelo! Así, con signo de admiración que indique sorpresa y encanto por lo nuevo que vieron sus ojos. Acaso que descubrieron: una belleza que se mantenía oculta, y que el nivel de energía puesto en su ocultamiento no dejaba ver. Sí, cortarse el pelo es una decisión más meditada de lo que comúnmente se considera, pero hacerlo en estado de resaca ofrece la posibilidad de este tipo de reflexiones. Y eso sin contar los que, sino de los tiempos, muestran su desagrado contra cualquier cambio que les haga notar que el mundo de certezas que se construyeron para sobrevivir no es tan certero, y que necesita una revisión; aunque sea de vez en cuando, y que como vos le mostraste el de vez en cuando, descargan contra ti, eso sí, amablemente, la novedosa torpeza que se descubren frente a un mundo sin las certezas de ayer.
Me quedó bien el corte. Me sentí bien. Me sentí linda. Y sabía desde antes de entrar a la peluquería, que nadie me miraría después como yo esperaría que me mirara, con esa expectación. No pasé de un: ¿te cortaste el pelo? A lo que contesté, irritada como estaba, con una ironía estúpida y vulgar del tipo: no, el peluquero. Una se vuelve muy exigente, irritada. Y exige precisión, o la belleza de su propio ideal. Pero eso no sucede, nunca. Y hace crecer la irritación, y las reflexiones sobre el mundo circundante. Que obvio, es más mierda del que uno suponía. Y la más mierda de todas es una, que pese a que se cortó el pelo, no lo pudo cambiar ni un poquito.

lunes, septiembre 17, 2007

En la lluvia

No quedan olores. Tampoco sabores. Su sexo alguna vez tuvo gusto. Pero ya no hay recuerdo, aunque a veces lo evoco. Extraño sólo el calor. El abrazo de noche, el dormir en cucharita. Dormirse, porque dormir era difícil. Supongo que para todos. Pero él al principio me abrazaba como si nunca me fuese a soltar. Y no lo hacía. Esa fue la sensación que dejó por muchos años después de que en una de esas noches del principio, cuando no nos queríamos alejar ni siquiera un segundo, lo descubrí despierto, abrazándome y haciéndome caricias. Todavía me estremece. Me moja. Pero ya no me lleva a masturbarme. Es un diferencia sustancial. Y en ese ardor que es sólo un segundo, la angustia prevalece y se instala, sin dejarme actuar, sin dejarme llevar, atada, estaqueada al lugar en que me encuentro. Sin posibilidad de encuentro. De allí a acá, sin escalas, es todo dolor. Llanto, antes que dolor. Y mucha, mucha angustia. Sólo la voz severa de alguna parte de mí recordándome los otros momentos, los momentos en los que me sentí maltratada, pueden acallar ese dolor. Cuándo lo dejaré de querer. Cuándo? Acaso nunca, y eso sea lo que me atraiga. Que el dolor permanezca es garantía de seguir queriéndolo. No porque el dolor sea amor, sino porque es ese dolor el único parentesco con el sentir que tengo en los últimos tiempos. Hace rato que nadie despierta en mí la fantasía de estar entre sus brazos después de acabar. Pienso en eso cuando no quiero acostarme con nadie. Funciona a la perfección. Nada como su pecho. Nada como los pelos de su pecho. Todo debería acabar pronto. Acabar de terminar. No se puede vivir mucho tiempo así. Pero como escuché en una vieja canción de Los Abuelos de la Nada: perdió el tren, y tampoco aprendió a correr.

Necrofilia

Y lloré. Y en el consuelo hubo besos, manos, penetraciones, su pija en boca, acabándome, y yo sin siquiera fingir. No fingí el orgasmo, no fingí que me gustara, no fingí dureza; era la flacidez en persona. Una muerta. Y él gozaba. Parecía gozar de mi muerte. No, le gustaba la necrofilia. Lo habrá descubierto es noche. Me dejó en la puerta del telo, al que yo le había pedido ir, el que pagué religiosamente, enojándome cuando quiso poner su parte, plenamente conciente de que la plata que me quedaba no me alcanzaba hasta fin de mes, y que me humillaría y me haría daño cada vez que mi nena me pidiera algo y yo, mintiéndole, o mejor dicho, diciéndole la verdad, enarbolara las pruebas de mi ruindad.

Mensualidad

Pagué con la plata de la mensualidad de los chicos y me puse a llorar. No fue desaforado como las últimas veces que recuerdo haber llorado mucho. Pero se me clavó en el medio del pecho y siguió después de las lágrimas. Nunca me había pasado. Independiente como siempre había sido me sentí humillada. A la mañana siguiente me di cuenta de que nunca había sido independiente, pero así me había sentido. Se había roto la ilusión. No tenía necesidad de pagar con esa plata. Ni siquiera de pagar. Él lo hubiera hecho. Moriarty lo hubiera hecho? Lo hubiera hecho por cogerme. Sí, él lo hizo. No Moriarty, el de esa noche en el que no sé por qué decidí terminar con la ilusión. Con una sostenida por varias. La principal, que podía cogerme a cuanto pendejo quisiera, generalmente los pendejos que sabía que me podía coger, no otros. No fueron tantos. Los suficientes para que los hechos dieran matiz de realidad a lo que mi imaginación quería construir. Así, como un círculo que se retroalimenta, terminaron de construir lo que era una insinuación: que podía olvidar al Señor en base a cogidas varias, preferentemente con pendejos, de veintipico casi treinta, ávidos por demostrarse a sí mismos lo mucho que saben, lo mucho que aprendieron, cómo se hicieron en eso de la gimnasia del sexo, cómo saben satisfacer a una mujer, sin sospechar ni espiando que a una mina más grande y en mi situación, hacerla gozar es un juego de niños. Lo hice sin piedad. Y me gustó. Creo que una de las cosas que más me excitó fue no tener piedad.
Pero él dijo las palabras mágicas, las que Moriarty escribió y me llevó a la situación que, como si fuera uno de esos pendejos que me cogí, pensé que podía manejar. Dijo, en una charla que nunca pude establecer cómo se suscitó, que sí, que había bloggers a las que les gustaría conocer. Yo, con el comment de Moriarty en la frente, le pregunté cuál. Y dijo mi nombre. No fue el único. Pero a quién le importa el resto. Me las arreglé para terminar pagando con la plata de la mensualidad de los chicos. Fueron diez minutos infernales, grandiosos, fatales. Conciente de que cada uno de mis movimientos y palabras estaban pensados para salir rajando de ahí, no los pude detener; se me anticipaban, se precipitaban antes de que tuviera tiempo de calmarlos, de engañarlos contando hasta diez, diciendo aquello que sabía que podía evitar el bochorno, el bochorno que estaba propiciando contra mí misma y a medida que se acercaba la línea que sabía perfectamente era el límite, más acaloraba y lo atraía como un imán. Hasta que pagué. Y lloré.

domingo, septiembre 09, 2007

Blogger

De los 260 mil bloggers, uno/a es lector mío. No exclusivo, pero entra siempre, Moriarty. Dice que le encantaría conocerme. No sé nada de él o ella, pero quiere conocerme. Conozco bloggers que tienen muchos lectores, muchas entradas (en este momento para mí estaría mejor que fueran penetraciones), pero ellos no saben que yo blogeo. Me da vergüenza, mucha, que los demás sepan. Y también me da vergüenza que alguien quiera conocerme cuando yo elegí este medio precisamente para que no me conozca nadie. No personalmente. Pueden entrar, saber de mí, preguntar, decirme cosas, piropearme, no sé, incluso propuestas indecentes (algunas seguramente me calentarán), pero no conocerme. Por ahora no. De hecho a mí me hubiera gustado mucho conocer personalmente a Lola, pero no me animo.
Para vos, Moriarty, que estuviste siempre, y de alguna manera en formaste una representación en mí a la que contarle esto que cuento acá. Te imagino mujer. Pero no estoy segura.

Bloggers

No coincido con ninguno de estos datos, y el rubio racista sudafricano acaba de convertir un try, un bombón al que le chuparía todo (literalmente, sobre todo la transpiración), rubio de ojos celestes (y eso que no salgo con rubios de ojos celestes), y al que sé que ya jamás accederé. Qué feo cuando empezás a tomar verdadera conciencia de esas cosas. Siempre las sabés, pero sólo se te hacen carne en algún momento de la vida, cuando ya estás fuera del target principal de esta encuesta. A veces no te das cuenta nunca, pero a esa gente yo ya no la frecuento. Es más, cada vez la encuentro menos. Y eso que salgo poco. Eso sí, cuando salgo, cojo. Basta de eso de a ver qué onda. Yo cojo, y si no hay nada, bueno, que no haya nada. Al anteúltimo (hace diez días, para que se den una idea de mi ritmo de los últimos tiempos), le puse la boca en mi teta, lo apreté bien, y después le agarré la mano y me masturbé. Y todo gracias a esto.

domingo, agosto 19, 2007

Consideraciones sobre el sexo

Por fin me animé. Hice que me lo mandaran por correo, me daba mucho vergüenza. De hecho no se lo dije a ninguna amiga. Lo probé hoy en la bañera, después de que se fueron los chicos, y nunca más apropiado el término con el que se lo conoce: consolador. Me consoló. Media hora en la bañera, vibra que te vibra. Según estuve leyendo no es de lo mejor, pero está bueno. Dos orgasmos. Para empezar, nada mal. Así es más fácil ser sola. Porque los dedos son lindos, pero la penetración tiene otra cosa. Ese no sé qué, al decir cursi. Me compré un tamaño un poco más grande del que estoy acostumbrada. Bah, el que más recuerdo últimamente es el del Señor, porque los otros de después fue como si siguieran de largo. Ninguno dejó recuerdos. Uno sí, el primero después del Señor. Pero ya se está diluyendo. Y con el nuevo adminículo, seguramente lo olvidaré del todo. Estoy re contenta. Me animé! Y encima me encantó!

jueves, agosto 16, 2007

Mix

No consigo darle continuidad, hacer de esto un hábito. Tantos hábitos idiotas que tengo, y éste no me da. Busco explicaciones pero no encuentro. Mi psicólogo tampoco. Veo que los demás escriben a lo loco, todos los días, la mayoría para hacerme perder el tiempo a mí y a otros tantos como yo que buscamos allí algo que nos entretenga, que nos de eso que sentimos que nos falta, nos divierta, diga algo que nos agrade como un buen disco. Eso es lo único que parece haber buenos discos. Todos los días, en cualquier lugar. Siempre hay uno bueno. Porque está la red, y de ahí, los que podemos, los bajamos. El resto escucha cumbia. O la FM 100, aunque Petinatto se esfuerce en hacerles escuchar Arcade Fire. El problema no es ese, sino que lo entiendan. La mayoría no tiene ganas. El resto no puede. Si se conectan con Petinatto es por su faceta más común, que en su caso no es ordinaria, y que todos las tenemos. En las chicas es más común. La regla nos une, y después la maternidad, su posibilidad, su no posibilidad, su fracaso, su éxito nos vuelve a unir. Es como la comunión y la confirmación, por si quien lee esto es católico varón y no entiende. La demostración de esa cosa de Petinatto es la negra Vernacci, a quien todos califican de varonera: hay que serlo para tener ese lugar en los medios, un mix de ordinariez antes que de género, como les gusta decir a las chicas de Artemisa.

jueves, agosto 02, 2007

Perdón

Estoy en una de esas noches en que siento que nunca me voy a separar. Aunque lo esté. Aunque estemos muy lejos. En realidad son momentos. Varios al día. Especialmente cuando no consigo que haya varón que me provoque algo, por más que no sea la bronca, que él me provocaba. Me provoca. Está lejos, con los chicos. Lejos físicamente, no de la otra manera. De la otra manera lo está hace un año, cuando me contó de lo suyo, de su bicho, de su infección. No creo poder separarme. Porque no creo poder perdonarlo. Perdonarle todos los años de vida malgastados en pos de su amor. Me dijo un día, ya en casas diferentes: ojalá todo este dolor valga la pena. No lo valió. Y si bien nunca hay reparación posible, al menos existen los intentos. Él me los negó. Ni siquiera puedo intentarlo. No creo que pueda algún día perdonarle que me haya robado la posibildad de elegirlo otra vez.

viernes, julio 27, 2007

Chabones

Al medodía lo había logrado. Un feo me había llamado en un momento totalmente inoportuno diciéndome que me había mandado un mail, que lo había vomitado me dijo, y que no hacía falta respuesta, pero como no le había contestado quería saber qué pensaba yo. Idiota. Yo no pienso nada porque no lo leí. No creo que seas de las que no leés los mails. Estoy de vacaciones tontito, me pedí unos días para pasear con mis chicos, porque la semana que viene se van con el papá. Primer síntoma de equívoco: no preguntó por qué, preguntó por los mails. Y eso ya estaba respondido antes de explicarle que se iban con el papá. Lo leo y te llamo, dije, más tonta que él. Otro día los leo, chabón, habría dicho otra mina menos necesitada que yo de reconocimiento, de que le digan todo lo que vale, aunque lo que valga sea solo esto que soy. Leí y llamé, conciente de que me había tirado los galgos, que incluso que me había tirado más que los galgos pero que a mí no me gustaba ni medio. Tanto halago me hizo dudar. Y dudé. Casi le digo si quería venir ir a tomar algo anoche. Él me había invitado, diciéndome que me quería conocer, que aunque fuera como amigos y todo eso que te dicen muchos chabones porque sólo te quieren coger. Pero en él sonaba distinto. Sé que quiere algo más que sexo conmigo. De hecho lo tuvimos y me siguió buscando, cuando había dejado claro que era sólo esa noche, y el rechazo había sido lo suficientemente duro como para que no volviera. Pero como me lo cruzo de vez en cuando y es varón, habrá dicho, pro qué no? No perdía nada. Al menos ante mí, incapaz de humillar, incluso de ser clara. Y el que no aclara involucra. Vaya yo. Lo peor es que más tarde cometí el error que traté de evitar, aunque con otro chabón (el chabón se me pegó por una amiga que vino de provincias, como dicen en España, y se la pasa diciendo chabón; y boludo, también). Fue ella la que me habló muy bien de un tipo, y su marido también. Me dijo que le tiraba los galgos a su mujer. Y que estaba bueno, me dijeron los dos. Después de los mensajitos de texto de cuestión, y como había ido al cine, a la una me dijo de encontraron. Y en vez de hacerme desear, dije que sí. Boluda de mí. Por suerte no pasó nada, me volví a casa y dormí tranquila. Cagada de frío, volví. Y con el suficiente sueño para dormir de golpe. Sola, pero de golpe. Una vez más sola, pero bien. Mejor así después de las ofertas del día. Hacerse valer, decía mi abuela. Ay si pudiera.

viernes, julio 20, 2007

Periodistas

Los periodistas siempre hablan de cosas de su ambiente. A lo sumo, si se juntan con otro rubro, hablan sobre temas de interjección, aquellos lugares en los que las profesiones se familiarizan, pueden hablar de lo mismo. Ayer hubo tour de presentaciones de libros, y me crucé con algunos de ellos. Y hablaron de sus profesiones. En las redacciones lo que priman son los periodistas. ¿Por eso serán los más pretenciosos? El resto somos minoría. Y no tenemos más que seguirlos.
Ayer vi a muchos de ellos. Con algunos había tenido sexo. Hace mucho, claro, antes del Señor. Me los cogí, sí. En esa época me los cogía. Ninguno de ellos hoy vale la pena. Hablo en un plural que parece que fueran muchos, y lo son: en un grupo de cien personas de entre 30 y 60 años haberte cogido a tres son muchos: dos, hoy con 40 o casi, los que de 30 actuales no figuraban en aquellos tiempos, y hoy tienen un bajo porcentaje de figuración: el matrimonio los atrapó rápido, y ellos hicieron todo lo posible para ser atrapados. Sólo dos valían, y con uno de ellos intercambié teléfonos. En realidad le di el mío, con el de él en mi celular tengo miedo de hacer lío. De los de más arriba ya ninguno calificaba en aquella época.
De mi trío, los dos de cuarenta me histeriquearon un poco. Bastante. Me puso bien que me volvieran a tener ganas. El tercero me puso un poco triste. Con apenas más de 50, no vale absolutamente nada. Por qué no, un poco de asco me dio. De alguna manera él lo sabía, porque me tiró los galgos muy torpemente. Creo que de ahí me dio asco.
Me aburrí, una vez más. No tanto, tampoco. Se hablaron de cosas de periodismo. Y los chismes siempre son entretenidos. Especialmente los de las parejas. El que me dejó el teléfono se cogió a una de esas que los varones usan como figuritas, o trofeos: creen que así tienen más posibilidades con el resto. En general es así. A mí me aleja. Dependiendo de quién sea. La que él dijo, también periodista, para el público masivo mucho más masiva que mi interlocutor, me parece que le resta. Allá él con su gusto, aunque cuestiona su acercamiento. Más que nada mi recepción. Una lástima despertar y distanciarse del alcohol y sus ganas de aventura sexual; o al menos de juego de seducción. Menos mal que no me llevé su teléfono. Espero que no se anime a llamarme.

miércoles, julio 18, 2007

Destape

Me despertó el frío. La sensación, más preciso. Y no exactamente la sensación de frío, sino la de ser destapada. ¿Cuánto hace? ¿Cuándo fue la última vez? ¿Importa? El recuerdo está y ese es el problema. Sin recuerdo no me habría despertado. O lo habría hecho más tarde, cuando realmente tuviera frío. Si no olvido moriré, ¿no? Así lo canta Cerati. Quién pudiera olvidar. El problema es Eterno resplandor de una mente sin recuerdo: hay que borrar todo. Y todo es feo. Y peligroso. Tendría la ventaja de que volver a aprender cosas maravillosas, con lo maravilloso que sería eso, pero también el riesgo de perder cosas que ya no se pueden volver a aprender más. Ella siguió moviéndose y terminó destapándonos a las dos. Me había quedado dormida y no la llevé a su cama. La abracé y me volví a dormir.

miércoles, julio 11, 2007

Piso

Me fui a vivir a un piso alto porque quería estar lejos del piso. Pero estar lejos del piso, alejarse del suelo como decía Luca, no es la solución. El ventanal, las nubes, la luna, alguna estrella, los autos ahí abajo, la gente, todas son referencias de vida, de una vida que, si no me enteraba que no tenía, mucho mejor. Lo descubrí recién, al salir de la casa de una amiga, más que amiga compañera del trabajo, que vive más cerca del suelo y en un dpto interno. Se puede conectar con el mundo por Internet o por la tele, y cuando sale lo hace a la altura del resto de la humanidad. Yo no, siempre estoy arriba. Lejos. Y sola.

domingo, julio 08, 2007

Susto

Esto pasó el 17 de junio. Y veo que recién escribí el 5 de julio. Da la dimensión del susto, que los primeros días ni percibí. Me creí reloca, atrevida, moderna, mucho más que cualquier pendeja de hoy, que lo hace porque está de onda o para hacer aceptada, como hacemos la mayoría de las cosas cuando somos chicas. Pero yo soy grande y lo hice igual porque soy zarpada. Las bolas. No salí por una semana. Y si bien no salgo mucho, al segundo fin de semana que me di cuenta que sólo tenía ganas de querdarme guardada, me parecté de que eso no me había sentado muy bien. Todavía me dura el miedo que me metió mi vieja cuando me encontró tocándome con una amiga y no me habló por tres días. Bah, yo digo que fueron tres días. Para mí fueron más, pero le pedí perdón enseguida, y si no fuera por mi viejo creo que no me hubiera hablado hasta que nació mi primer hijo. Cómo me asustó la hija de puta. Pero para ella fue en éxito total. De hecho por años evité hasta los roces con chicas, en el colectivo, la facultad, en el baño, donde fuese. Y de hecho el probador ocurrió porque estaba fumada.
Me cayó tan mal darme cuenta de esto, que me la pasé una semana llorando. En el laburo dije que tenía pérdidas. No pérdidas pérdidas, sino una menstruación prolongada, que no sabía qué me pasaba, que tenía que ir al médico. Un día dije que fui: fue al lunes siguiente, cuando me pareció que mi cara estaba mejor, que mi postura no delataba depresión y que emitía opinión cuando se daba una charla. Estoy cansada de llamar la atención por mi estado de ánimo, que la gente me pregutne si estoy bien, que qué me pasa. Hace rato decidí que las cosas no se me tienen que notar tanto, pero todavía no lo consigo. La última semana de junio estuvo mejor. Aunque no pude olvidarme del todo del probador.

jueves, julio 05, 2007

Probador

Hacía mucho que no lo hacía. Me lo regalaron, y un poco harta de mi estado de nada, fumé. Me dio por caminar. Y caminé. No mucho, pero me pareció un montón. Creí que estaba en otro barrio, pero seguía en el mío. Parecía que conocía a todos, y que un poco todos me conocían. La gente me miraba de otra manera. Bah, me miraba. Y yo la miraba como siempre pero mejor. Bah, lo que todos saben de cómo se mira, mejor dicho, cómo se ve, cuando se está fumada.
Me pareció linda, yo qué sé. Estaba así, podía ver chicas de otra manera. Sin fijarme tanto en qué usaban y cómo les quedaba y si a mí me podía quedar igual, sólo apreciar su belleza. Me acordé de la canción de Virus y me reí: esas cosas no me pasan a mí. Pero cómo me gustaría que me pasaran. Entré al gigantesco local de ropa popular pero seguí de largo, hacia donde estabana los zapatos. Una mierda. Y un mirada. Sólo caminé, agarré una y entré al probador. Tenía la mirada, estaba segura. Así que tarde. Tardé más de lo que la prenda necesitaba. Y ahí me asomé para ver si seguía mirando.
El te puedo ayudar en algo me tiró contra el espejo. Me preguntó si estaba bien. No contesté. No estaba asustada, no me reía, quería que entrara, pero no lo sabía. Entró. Yo en bombacha. Se agachó: te ayudo. No le contesté. Seguía así, en un no estado. Algo latente que no se sabe bien qué. Me agarró la mano y se la puso en la entrepierna. Estaba húmeda. Mi anular y mi índice tuvieron una de sus mejores experiencias: sintieron la humedad convertirse en líquido excitante. Su cara parecía de porno, pero era real: le encantaba. Me besó. Me encantó. Para mí fue un minuto de besos sin lengua, pero en realidad fueron menos. Y después con la lengua. Cuando puso su anular en mi concha sentí que también estaba mojada. Con poco me hizo acabar como hacía rato no lo hacía. El ahogo me sacó del éxtasis: ella me tapaba la boca con fuerza, yo no me escuchaba. Después dijo shhh, shhh, linda, hermosa. Sos divina. Y yo sonreí.
Escuché una voz de autoridad, y empecé a hacer ruido por el esfuerzo de levantarme de golpe y salir lo más pronto de ahí. Me abrazó fuerte, me tranquilice un poco, me dio un beso en la boca re dulce, se puso el dedo como la enfermera y dijo: una clienta que le bajó la presión. La voz de autoridad se fue. Tomá, llamame, me dijo con mi celular en la mano: Gisella, decía.
Estás mejor? Sí, sí, dije mecánicamente. Querés un vaso con agua? No, no. Bueno, tomá este sobrecito de azúcar, que te va a ayudar. Y llamame, agregó en secreto.

miércoles, junio 13, 2007

Ya basta mamá

El problema es tu tiempo. Siempre. Mirado en perspectiva todo es fácil. Al menos entendible. A veces hasta risueño. El mientras tanto que va de ese momento que creíste que eras feliz hasta el otro momento que suponés que va a llegar. Pero no llega. Antes que por los hijos una entiende a los padres por la edad. Los reclamos se vuelven espurios, incluso cuando se sepa que no hay perdón. Le entregás tu hija a tu mamá por necesidad; hay casos felices: madres e hijas comparten. El mío no pertenece a ese grupo. Soy de las que la falta de tiempo las obligó a hacer de su madre una abuela. Que a eso se aprende también. Y yo le enseñé. Bah, le di el instrumento. Y ya está, el resto se pasa porque la nena esta feliz, y si ella está feliz, los reclamos te los metés bien ahí. Y yo me los tuve que meter, luego de intentar que, a cambio de afecto que ya jamás podrá volver a disfrutar, de ese regalo que es un niño haciendo de un vieja mujer un ser feliz, ella siguiera pensando que todo se debía a una etapa de mi vida que ya pasaría, y que más temprano que tarde no sería más.
Ese día no llegó. Por eso perduran los besos distantes, la falta de abrazos, los mimos, las caricias en el pelo, las miradas de aguante, la dulzura que siempre estaría disponible para que superara los tiempos duros que ella sabía que vendrían. La voy a tener que enterrar. Peor, cuidar su vejez. Como si el haber dejado todo por esta soledad no haya sido castigo suficiente. Como si todo el amor que me negó por haberle dicho que ya basta mamá, no haya sido suficiente peregrinar por el desierto. La concha de tu madre, mamá.

viernes, junio 08, 2007

Idiota

Este sitio para mí es un viaje. Leerlo me conmueve. Esa energía, la vitalidad de cada una de sus palabras es como una maquinaria que da energía para provocar más vitalidad. No conozco sitios de mujeres similares. Tal vez porque no conozco sitios de mujeres que hablen de la cosa pública. Tal vez porque los sitios de mujeres solo hablamos de nosotras, de lo que ocurre fuera del mundo público, es decir fuera de la política. Y lo que ocurre fuera de la política, como bien descubrieron los griegos hace ya mucho, es idiota. Seremos idiotas? No lo creo. Vendrá de ahí la subestimación ancestral que sufrimos? Creo que en buena medida. Hay algo que, incluso en este mundo de blogs en lo que podríamos hacer literalemtne los que se nos canta (al menos escribiendo), no lo hacemos. La cosa pública no aparece en nosotros. Aparece una estética, pero no aquella estética que decía que todo plano es político, sino una más bien vacua, de esa idiota.

Intimidación

Dicen que intimido. Que los tipos no se me acercan porque piensan que los voy a llevar de las narices. Ahora que había decidido seguir el consejo de mi amiga. No es que no quieren compromisos, no los quieren conmigo. Dicen que soy exigente. Y algo de razón deben tener, porque para imponerse la soledad antes que algo que no gusta hay que ser exigente. Exigente con una, pero indulgente con los demás. Y ahí no hay valor: a mí me exijo porque supongo que estoy a la altrua de la exigencia, al otro no porque sospecho que no sabrá estar. Sea por lo que fuese, hoy no hay plan, y mañana tampoco y tampoco pasado. El lunes menos.
Y V se fue de viaje. Y no le pude decir que me gustaría pasar más tiempo con él. No me animé a llamarlo por ese prejuicio de nosotras, que pensamos que nos van a mirar mal si los llamamos, o no nos van a considerar como pensamos que nos merecemos. ¡Cuánto prejuicio! Debe ser parte de la exigencia. Me amiga me cagó la vida. Justo cuando estaba empezando a sentir que había acomodado todo para no necesitar acomodar más nada, cuando sentía una ténue sensación de bienestar sin tener la necesidad de alguien, ni siquiera para coger, justo cuando amenazaba la percpeción de que llegaba a un lugar despojado, relajado, ajeno a la exigencia, me dijo que tenía que conseguirme un tipo. Te odio M, te odio con todo mi corazón por haberme hecho acordar de lo que con tanto esfuerzo había conseguido creer que había olvidado. ¡Y no tengo la regla!

miércoles, junio 06, 2007

Madre

Maravilloso. Así de simple. Lástima que a Lola no se le pueden dejar comments, porque hubiera preferido dejárselo en su sitio, incluso poder decírselo con más intimidad. Escribí algo sobre Mi mamá me ama cuando nació el primero de mis hijos. En el puerperio, claro. Trataba de establecer porqué eso era lo primero que nos querían enseñar a escribir. Por qué no papá me quiere, menos pretencioso, más real. Años después un amigo, en una reunión, dijo: no las quiere, no ves que tiene que estar todo el tiempo diciendo que todo los hace por ellas. Quedé pasmada. Hablaba de Maradona y su compulsión a decir que todo lo que hacía lo hacía por las hijas. Mi mamá me ama se hizo más claro. No tanto como lo de Lola, pero sí me había quedado claro. Lo dejé ahí. Era una etapa en la que no escribía, y cuando una no escribe las cosas se le pueden ocurrir, pero le duelene menos.
Hace poco Nazarena Velez me hizo acordar de nuevo del asunto: no los quiere; todo lo hace por los hijos dice a cada paso. Lola lo explica a la perfección. El tema es que somos madres. Entonces la cosa se vuelve jodida. No porque no podamos hablar de estas cosas delante de los chicos, algún día ellos tal vez lean estas cosas. El problema, además de que no entenderían una mierda, sino porque no podemos evitar dejar cicatrices, como las que nos dejaron y por las cuales somos reconocidas. Atrevernos a pensarlo y a decirlo no nos inmuniza.
Los varones fueron bendecidos. Y no por el dolor físico, el sufrimiento, el culo que se te agranda, la cadera que se te ensancha, las tetas que se te caen. Sino porque pueden elegirlo. Deciden ser padres, que no es lo mismo que tener hijos. Nosotras somos madres apenas quedamos embarazadas.

Lost

Hace un rato llevé a los chicos a la escuela y crucé miradas con un padre de jardín. Lindo. También cruzamos unas palabras. Y yo, que no voy a trabajar hasta tarde, volví excitada y no pude evitar masturbarme. A veces pienso que eso me saca imaginación e iniciativa para un tipo. Como que me deja satisfecha por un rato y ya no los busco. Este probablemente esté casado (seguramente está casado), y la de amante me ratonea pero no creo que tenga que ver con el consejo de mi amiga. Mañana dirá lo suyo el terapeuta, que de nuevo me pidió dos sesiones semanales. Dice que no quiere probar con la medicación de nuevo, que sigue estando pero más baja que en los tiempos de aquellos bajones. Yo digo que puedo vivir sin pastillas, pero él dice que no. Que el hecho de estar bien no significa que lo esté. Me lo dijo así, esperando que lo entendiese. Y lo peor fue que lo entendí. Salí del paso a lo Blumberg: ¿se entiende? Él se rió. Ojalá hubiese tenido una ocurrencia por el estilo esta mañana. Pero me salió la mina seria que no se mete con tipos casados y menos si van a la misma escuela que su hija a ver lo que va a pensar la gente y que cómo él se va animar. Podría haber sido seria histérica, tipo de afirmar a los cuatro vientos que yo jamás haría una cosa así de modo que el entienda el código y me diga algo. No me animo a preguntarle a la mamá de algún compañero de mi nena. Me da cosa, me parece que todas piensan distinto y más si estan casadas. ¡Cuánto prejuicio! Me voy a de Lost, tal vez después le mando un mail a alguien preguntándole

lunes, junio 04, 2007

Cansada de este mundo

Una amiga me dijo que me tenía que meter con tipo. Así nomás, sin preámbulos ni vueltas. Es de la idea de que la soledad te acostumbra tanto que después no podés salir. Y que además te mantiene activa cogiendo, el cuerpo más elastizado y flexible, el semblante distinto. Y sobre todo que no andás cargando las cosas sobre los demás, especialmente tus hijos, el varón, que pasa a ser como el compañero que no tenés. Un mierda. Pero una genia mi amiga. Más que el terapeuta. Aunque él por la negativa me hizo dar cuenta que estoy definitivamente sola, y que lo único que me queda es escribir. Escribiré. Y me conseguiré un chongo. Al menos por un mes, que es lo que me dijo mi amiga. Masturbarse no alcanza. Y no sólo por razones psicológicas, el físico se descarga un 400 por ciento más, según leí. Acaso la circulación de la energía energice. Y además porque cuanto más sola te ven más te reuyen. Eso creo yo, otra vez cerca de donde ya estuve y pensé que no volvería. Al menos no por un buen tiempo. Y encima el Señor me acaba de pedir permiso para irse de vacaciones de invierno con los chicos, y yo sin un puto plan.
Mi amiga no me lo dijo, pero yo siento que ya canso.

viernes, junio 01, 2007

Escribir, leer, escribir

Lo tendría que haber previsto, más que nada porque ahora pensamos así antes que porque las cosas sean así. Lo que pasó fue que a punto de publicar mi post, se colgó la máquina y no hubo forma de hacerla andar más que reseteándola, o sea perdiendo todo. Bien, antes uno hubiera puteado porque las cosas no son lo que prometen: los fabricantes, quienes nos vendieran la ilusión de que la cosas sirven según dicen sus fabricantes que sirven, habrían sido nuetro blanco. Más tarde fue el asunto de la suerte, de nacer con estrella y estrellado. Hoy es la energía: como si empeñarse en algo generara más rechazo de ese algo para concrectarse, o si hubiera algo nuesto que no manejamos y que nos produce efectos perniciosos actuando sobre cosas sobre las que tal vez no debería tener influencia, como una computadora. Estoy viendo mucho Lost.
Un amigo me inoculó el bicho (vaya, me olvidé que así se le decía a l o que tiene él). Creo que algo tiene que ver con mi bajón, el que para venir viene sin avisar para que no esté prevenida. El terapeuta dice que es porque me confié: como ejemplo puso que no escribía periódicamente, y que eso era un síntoma. Le dije por qué me lo dijo ahora y no cuando se dio cuenta. Fue demasiado sincero: se dio cuenta cuando yo lo llamé desesperada en busca de alguna contención. Hubo un click. No sé de qué tipo, pero funcionó para escribir.

martes, mayo 08, 2007

Lola x 3

Tres cosas de Lola, sólo porque volví. Uno, dos, tres. Yo también creo que mayo va a estar buenísimo. De hecho hace frío, los tipos se ponen es ropa que les queda tan linda y dan ganas de agarrarlos todos, por todos lados, tomarse del brazo de ellos y caminar y caminar al sol una tarde de otoño. De dos, porque, aunque no sé una mierda de inglés (apenas, para ser sincera), creo que está dedicada a Riquelme. Y me encanta Riquelme. El otro día, en el trabajo, hablando de cómo Rácing le había empatado a mi boquita querido, un compañero dice: y también, sólo a Russo se le ocurre sacar a Riquelme. Y yo agregué: y a Pekerman. Lo hice de contrabando, porque las minas no hablamos de fútbol en el trabajo. En realidad no nos dejan, esa censura encubierta que siempre nos imponen. Y tres, porque bueno, a mí me corrigieron tantas comas que me curé de espanto. Pero Lola me hizo recordar aquella sensación de mierda que te provoca, el gusta a humillación. Igual acostumbrarse tiene una ventaja: como lo aceptás como parte del mundo primero y de tu laburo después, te empezás a dar cuenta que no todas las comas que te cambian están mal cambiadas. Y eso está bueno para aprender que una no es lo más, y que así es más fácil ir acompañada por la vida.

Más demagógica que maldita

Volviendo al mundo de los bloggers, me encontré con esto. No voy a ponerme a defender la película de Vera, que me gustó, pero sí me voy a poner en contra de cierta canchereada, esa cosa de porque tenés un blog con muchas visitas y fieles seguidores podés decirle a ellos lo que querés y encima esperás que te sigan. Bueno, estoy enojada, y ese no es el tono. No debería serlo. Así que mejor pongo la respuesta masculina que le dejé como comment en Ciencia Maldita.

"Che, y si dejamos de subsidiar el transporte público? Sí, obvio que no es lo mismo. Pero la única forma que funcione el cine es con subsidio a la oferta. A partir de ahí, se puede discutir el cómo. Pero eso de externalidades positivas del compañero musgrave es así: los pibes no estudian para publicidad (al menos una gran cantidad de ellos), lo hacen por esa cosa de pendejos del amor al arte y demás; pero terminan trabajando en publicidad, y lo bien que le hace al país eso. De todas partes vienen a buscar la excelente mano de obra barata argentina. Y eso sale del cine. Con el mismo criterio que usás a partir de la película de Fogwill (que te gustó pero no explicás por qué, simplemente decís que es horrible, adjetivo que frecuentemente no usás para calificar algo de fútbol; tal vez sos poco avezado en el asunto, no lo sé, pero sí, por las dudas, no me una Las mantenidas sin sueños absolutamente nada). Perdón el paréntesis. Digo, con el mismo criterio de no subsidiar cine por películas como las de Fogwill podrías no subsidiar la industria del libro (podría publicar su padre, en ese caso?) porque una novela te pareció horrible. Dicho todo esto, acaso la demagogia te tentó más de la cuenta."

lunes, abril 30, 2007

Chongo

Ya está, se acabó, el chongo se fue. Me puso al día. En sexo, digo, porque en afecto no sé. Me hizo acordar a esa canción de Estelares que dice algo así como que me tomaste por la espalada y me dijiste me encanta ir a la cama con vos pero no te amo. Yo la usé. Me di el gusto de usar una canción favorita para despedirme de alguien. Cómo cogimos! Maravilloso fueron esos casi dos meses. Pero cuando había que pasar a otro escalón le dije eso. Se quedó mal. Se había entusiasmado. Se le notaba en los ojitos, brillosos por la saliva tragada a la fuerza. Pero bueno. Me hizo bien, muy bien. Fue como mi enfermero, me ayudó a recuperarme. No sé cómo explicarlo, pero soy otra

jueves, abril 19, 2007

Miedos

Si fuera varón sería misógino. Creo. No estoy segura. Pero acabo de leer esto, y me cuesta mucho entender: gente progre, moderna, que asegura que no hará ni a palos lo que sus padres hicieron con ellas y que ganan plata haciendo de esas ideas una profesión, resulta que confundan sin más el miedo atávico con la coyuntura social. Sí, el mundo parece más perdido que en otras épocas, más ofuscado por el maltrato recibido, al cual responde con más maltrato; del natural y el de sus hijos también. Pero si las tendencias se copian cada vez más porque el mundo es uno y para todos cada vez más, qué haríamos nosotras madres si se desarrollara la emulación de los chicos criados en Estados Unidos? Horror! Dios no lo permita! El Holocausto es un buen ejemplo de que los miedos sólo agrandan los miedos. Y los peligros. Yo por eso no dejo de rezar.

martes, febrero 20, 2007

Cumpleaños

Los cumpleaños de gente de menos de 30 son una mierda. Al menos para mí, que ya soy grande para todos los menores de 30. Nunca termina de armarse la cosa, por más que haya qué fumar y tomar. Los pibes tienen tiempo. Se les nota. Pueden desaprovechar una veterana como yo, de sexo fácil y formativo, que estoy buena y me buscan los de mi edad. Desaprovechan una charla con nosotras (o nosotros, también a ellos les marcan la diferencia): nuestra experiencia no les despierta el mínimo interés; ni siquiera les despierta el mínimo interés qué pensamos acerca de algo que ellos sí les puede despertar interés. Nada de nosotros les despierta el mínimo interés. Nos ven como algo extraño. Más bien ajeno. Tienen entre 22 y 26. Y sólo nos dirigen la palabra para saludarnos. O por una necesidad concreta como el trabajo. Nosotras estábamos más pendientes del pasado. Pensábamos que así nos iba a ir mejor. En el medio el mundo cambió y todo se fue a la mierda. A los chicos de hoy no les interesa el pasado, salvo saber quiénes fueron su papá y su mamá, y alguna otra referencia que les pueda servir para aprobar alguna materia de la escuela, el resto no les importa. Los chicos de hoy tienen suerte.

jueves, enero 18, 2007

La madre de tus hijos

Se fueron todos, y volví a extrañarlo a él. Al señor, al que después de los borregos que me bajé en los últimos dos meses pensé que no volvería a extrañar, que ya no, que me había expulsado de su vida y entonces por fin dejaría que se vaya para siempre. Pero no, lo volví a extrañar. Aunque sé también que lo dejé ir. No sé por qué no entiende esa parte mía de interés por su persona, por sentirlo como alguien con el que puedo hablar, pensar, reírme. Él me mira como si todavía lo quisiera, o quisiera algo con él. Claro que no podemos, él, en vez de preservarse del mundo, ser preservó sólo de mí: la única persona que no volverá a tocar en su vida por miedo a hacer potenciales huérfanos a sus hijos es a mí. Jaja, qué lindo lo que me decís: sos la madre de mis hijos, así que no te toco más. Parecés los tangueros eso viejos chotos de mierda que pensaban que la mina con la que dormían todos los días podían putearla por roncar pero no metérsela en el culo porque eso se hace con las putas, y las que cogen por el culo son putas. No, claro que no lo pensó así, porque los tiempos cambian y los parámetros son otros. Ya no es coger por el culo. Es tener sexo express como de nuevo estuviéramos conociéndonos, que me acaricie la cola con cariño y yo siento que empiezo a mojarme, que le dé un beso y quiera quedarme a vivir en sus labios, que me abrace por atrás en la cocina y me bese en la mejilla y al apoyarme empiece a parársele. Tanguero pelotudo. La madre de mis hijos. Andate un poco a cagar!
El muy puto me vuelve a ese lugar de mierda. Y yo que creí que había salido. Igual ya no lo extraño como antes. Extraño no poder tener conversaciones copadas. Para eso hace falta gente copada, como los cuatro borregos. Pero ellos se fueron. Tres de uno me puso excusas para no verme más. A uno le dije yo que no quería más, suponiendo que enseguida pegaría otro. No pegué nada. Y ahora estoy atrás de nuevo, así que no me atrevo a llamarlo. Cogimos bien, pero yo estoy allá atrás, como antes de que empezara ese fin de año extraordinario que creo guardaré entre mis mejores recuerdos.

martes, enero 09, 2007

Solas

El verano se presenta mucho más aburrido de lo que esperaba. Como le dije a Baby Trash, es un problema de expectativas. El problema de venir en alza, supongo. Una amiga dice que si estás en BA en enero sos una looser. Es verdad, vengo en alza pero vengo de muy abajo, así que creo que todavía no llegué ni a salir del pozo. Por suerte tengo películas para ver, otras muchas que están bajando, y los chicos, aunque ahora está ella sola, la chiquita, y estamo repegotas, jodonas, jueguetonas, felices, amigas, compañeras, colaboradoras, paseadoras, madre e hija.

miércoles, enero 03, 2007

Una lágrima en Palermo

Seguí así Baby Trash, que como dice un amigo mío nos vamos a quedar sola tomando una lágrima en Palermo. O en San Telmo, que para el caso es lo mismo, aunque más de una pensemos que no es lo mismo. Claro que son todos unos cagones, pero sabemos que no es así; que ni siquiera la mayoría lo son. O sí, pero nosotras seguimos actuando como si no. ¿Qué sentido tiene pedirle valentía a un cobarde? ¿Cómo se nos puede ocurrir que un cobarde puede tener orgullo? La mayoría de las veces es un problema de expectativas, creemos que es Príncipe Azul, por eso a la primera o segunda cita le decimos que ya no esperamos a ningún Príncipe Azul. Sólo estamos tratando de convencernos a nosostras mismas. Por ahora cojamos, que no está tan mal. Es verdad que después se te pasa, pero qué ganas de que ese día nunca llegue.