viernes, junio 30, 2006

Saber ganar

Quise leer qué decían en Tp pero no había nada; también me fui a Ciencia maldita, y nada. Y es lógico, a los varones les pesa más que a nosotras, aunque igual nos pesa. ¡Y cómo! Verlos así, desfallecientes, sin ganas de nada y menos de pasar un momento con nosotras, más que bronca da cierta pena. Está bueno para entender cómo se puede sufrir por cosas que no merecen sufrimiento. De paso podemos decirles que no nos digan nada cuando sufrimos por algo que no entienden. Ya que los veo tan desconcertados, tan frente a cosa inexplicable, voy a apelar a mi recuerdo en cuestiones deportivas, que supongo que es considerable, al menos respecto a mi género (ya que hoy todo es una cuestión de género). Cuando el seleccionado argentino de básquet perdió un partido (no me acuerdo contra quien) en el preolímpico de la Olimpíada que después ganaría, su técnico, del que tampoco me acuerdo el nombre, dijo La Nación que les dijo a sus jugadores en el vestuario después del partido (que en apenas minutos se lo dieron vuelva después de una diferencia importante): quien no sabe ganar, merece perder. Y la Argentina de hoy no supo ganar. Es claro, me parece, para cualquiera. Especialmente por no haber puesto a Messi. Después en la conferencia José se autodefinió como un tipo muy prudente. Más claro agua. No, no fue cobarde, ni tampoco le faltó valentía. De hecho la tuvo en la formación de todos los partidos y en el planteo de cada uno, incluso en cómo jugó su equipo. El problema es que cuando sos muy prudente ves el partido de José: creer que el 1 a 0 es manejable y mantenible y que sólo es cuestión de poner a los que lo mantienen sin necesidad de dar el sablazo final. Messi era el sablazo final. Hay algo de relación Menotti-Maradona en esta de Pekerman-Messi. Al nene se lo vio muy ofendido en el banco. No es para menos. Tal vez para el próximo Mundial haya que armar un equipo alrededor de Messi, como Bilardo hizo hace más de 20 años alrededor de Maradona.

Ahora

Yo tampoco pude dormir (viernes 3am), pero después que resulta que sí podía: me dormí enseguida. Me levanté antes que sonara el despertador y me bañé. Todo tranquila, hasta que vi que Nalbandian perdía los dos primeros sets y me puse con la previa, que me puso más ansiosa. Esperaba que me hubiera escrito alguien, ya que como dijo Gantman en la R&P este es el mundial del blog. Pero no lo hizo. Sé que tengo que controlar mi ansiedad, como me dijo el terapeuta, pero no puedo. Así de simple, no puedo. Y cuando no se puede, no se puede. Y admitirlo creo que tiene cierta valentía. Después de todo una no es la genia que creía ser. Yo por lo menos no. Me hubiera gustado ser otra cosa de lo que soy, pero no puedo. Alguna vez sí pude. Eso va a volver, dicen todos, es un tiempo, el tiempo de duelo que lleva una separación después de mucho tiempo de pareja. Bulshit. ¿Quién te devuelve el tiempo? ¿A quién le interesa el después si no tiene el ahora? Bueno, esto a nadie le importa, y menos antes de Argentina-Alemania. Voy a comprar cigarrillos un poco antes de que empiece el partido, igual que hice el antes del partido debut, el mismo día que David abandonó la seminifinal de Roland Garros contra Federer. Me voy a poner crema y voy a bajar. Y disfrutar de este ahora, que dentro de poco se acaba, ¿qué voy a hacer en unos días sin mundial? Mis amigas van a llamarme para festejar, y yo quisiera, pero la algarabía general me hace mal. Una me dijo que estaba fóbica. Yo qué sé. Puede ser. Tal vez además de un blog necesite pastillas. Me gustaría tener el entusiasmo de los varones, esa obnubilación que los atrapa y los hace felices aunque sea por un mes. Me gustaría comprarme un Berlingo, que la publicidad dice que es para los siempre la quieren pasar bien. Y aunque todos sabemos que eso es imposible, no dejamos de pretenderlo, exigirlo y quererlo.

Recomendación

En realidad fue una orden: o te abrís un blog, o te medico, y como yo tengo cierta cosa con las pastillas, le prometí que abriría un blog. Él dice que es terapéutico, a mi me da un miedo bárbaro. Más que ir al psicólogo (que también es psiquiatra). Como hace unos años que estoy y ya tengo experiencia, de alguna manera me las rebusco. Pero parece que se dio cuenta, porque el otro día estuvo muy duro. Con mis amigas es más fácil: no las escucho y listo. Pero no que hago oídos sordos, hablo yo todo el tiempo de lo mal que estoy y no me llaman más. Es fácil. El otro día me llamó una, entusiasmada por el 6 a 0 a los serbios: vamos a festejar, me dijo. Estaba reentusiasmada ella, convencida de que esa noche cogía. Pero yo no tenía ganas de coger, así que le dije que no, que al otro día había más partidos y había que levantarse temprano. Por suerte lo de México no fue para la euforia. ¡te imaginás un sábado con un partido como contra los serbios! No llamó nadie, así que yo feliz. Para mañana (bah, hoy, dentro de un ratito nomás) tengo un pálpito (como decía mi papá), pero no lo voy a decir porque si no se llega a dar voy terminar tomando pastillas.