sábado, diciembre 23, 2006

No es masturbación

Estoy en ascenso (y eso que estoy con la regla). Estoy en problemas. Los chicos no están, hay día libre, fin de semana libre y el sabor del sexo que me dejó Martín y que quiero volver a probar con Martín. O con quien sea. Estoy que me salgo. Quiero alguien que sea posible de saborear. Es una cosa extraña, pero me encanta el sabor que me siento después del sexo. No podría decir qué sabor, pero es un gusto bien definido. No todos, por supuesto. Pero Martín me dejó ese sabor, y por eso lo quiero a Martín. Espero que haya otros, porque Martín no va a llamar; tiene algo y no me quiso decir. En realidad la que tenía algo era yo y él se dio cuenta. Tres encuentros en una semana fueron demasiado, creo. Me mandó un mensaje, se lo contesté insinuando un nuevo encuentro, lo tuvimos pero diurno y con poco tiempo, los dos nos teníamos que ir y ya saben las chicas todo lo demás. O no. Estoy leyendo muchos blogs de chicas. Y como Lola no hay. Yo no encontré, para ser más justa, que no es precisa pero está correcto. Y eso que me hablaron mal de Lola, ahora que está en el mundo editorial, ya amenazan con su segundo libro, la sacan fea, linda, joven, vieja, alta, baja, coqueta, desarraglada, sensual, insípida, intelectual, frívola, alegre sin tristeza, triste sin alegría, una Lola que no es Lola. Espero que entienda y no se enoje como la otra vez. Así que tomo las palabras del editor que me dijo que conoció a Lola con pinzas, con buenas pinzas; creo que puedo hacerlo. Porque la gente que escribe de alguna manera algo que de alguna manera me mece y me invita a un leve estado de ensoñación, esa gente siempre tendrá mi oído dispuesta a escucharla. Incluso en el error , o en lo que a mí no me guste o me moleste de ella, que no es lo mismo pero está mejor. Lola me lleva, el editor que me lo dijo, aún no. Me voy a dormir masturbándome con Martín.

martes, diciembre 19, 2006

Martín

Martín se ha ido. Todavía está, pero se fue. Ni siquiera dio para dormir juntos. Viniendo de una mina pensará que estoy loca, o que oculto algo. De hecho me dijo, con los ojitos rojos del sexo excitado, placentero y con futuro, mentirosa. Y me lo repitió con el mismo cariño y emoción promisoria, mentirosa. Encantada por el mentirosa, me fui casi de madrugada a preparar el bolso de mi hijo para el viaje de egresados. Locura. Pero no me podía negar a Martín. Creo que sí me hubiera podido negar al sexo. Mi psicólogo dice que me movió cosas. Sí, me movió toda, me movió y después me esperó, me hizo acabar lindo pero se fue y no me dejó espacio para pensar si es varón joven con poca experiencia o tiene para dar algo parecido a lo que yo suponía que puede dar chico de alrededor de 30 soltero, hermoso, fino, establecido, con casa propia, privilegiado laboralmente y perteneciente al grupo de los elegidos que deciden las cosas en el mundo. Se fue porque no le dije de los chicos, estoy convencida. Y apenada. Y no porque no se lo dije ese día, sino porque en los encuentros posteriores, sobre todo en la cena final, no le dije nada. Tengo indicios por todos lados de tener hijos. Y no sólo en el cuerpo, que cualquier varón algo ducho habría concluido con facilidad. Y si no fue por el cuerpo habrá sido por otra cosa; al menos yo sospecho eso. Y si yo sospecho creo que el otro también puede hacerlo. Y así se lo informo: sospechá de mí, digo todo el tiempo. Creo. Yo también me hubiera ido, pienso ahora que se fue. Me hubiera gustado salir unos meses con Martín, llevarlo a algunos de mis lugares, aunque especialmente que él me llevara donde yo no conozco, ni pertenezco, ni soy pero tengo tantas ganas de estar. El cuerpo lo recuerda. Mis ojos guardan el mentirosa. Hay presente. Que es el único futuro posible.

martes, diciembre 12, 2006

I don't believe it!!!

Salí a la luz. Todo encandila. Se ve poco y nada, y es fascinante. Ver poco y nada, que no haya certezas, reine la confusión. Atrévete a las cosas poco claras, me acuerdo, y me emociono. Y me presto a las cosas poco claras. Me lleva Martín. Suave, dulce, más chico. Le gusto. Pero no es amor. Lo sé antes que él, y así él se entera. Es bastante extraño cómo sucede esto, pero me cuesta mucho engañar. A Martín y a cualquiera. Que nadie se dé cuenta de que estoy mal, de que estoy bien, de que estoy desesperada por un hombre o ansiosa porque llame una amiga. Para mí otros lo consiguen. Pero Martín me dice que no es así, que por lo general la gente está tan metida en ella misma que no se da cuenta de qué le pasa al otro. Me gustó mucho eso, obvio, demasiado. Y Martín se di cuenta. Entonces se retrae, empieza a evitar ese tipo de razonamientos, de cosas pensadas hace ya rato pero que ahora consigue ponerlas en el momento y lugar adecuado; una especie de estudio inconciente para habilitarlo a mí, que sé que le gusto, aunque no le gusta tanto mi trabajo ni mi profesión, y se nota que espera y va en busca de un mundo que no le puedo dar. Menos con hijos, que todavía no se enteró porque no me animo, y ay lo mal que hice! Debería haberle dicho, aunque sea de la chiquita, ponerla ahí, en el medio, como quien no quiere la cosa decir a mi hija le encanta que la peine; una boludez por el estilo que si es ésa y dicha así, como quien no quiere la cosa, lo habría espantado. Menos mal que no dije nada, de haberlo dicho así no habría cogido. Y lo bien que me hizo coger. Sentir de nuevo con las esperanzas desvanecidas esos músculos totalmente desacostumbrados, hoy doloridos por el esfuerzo al que no estaban acostumbrados. No lo puedo creer, no lo puedo creer!, no lo puedo creer!!!

miércoles, diciembre 06, 2006

Baby Trash

Entre tanto blog de mina ingeniosa, cool y sin necesidad de hombre, volví a la antigüedad y me compré 7 Días. Pensaba en la que yo había conocido, y en lo que dice Lola acá, y en toda esa cosa que lo virtual todavía necesita del mundo ese viejo que pensamos que ya se acabó. Para apelar un poco a lo estudiado y darle un toque de reflexión a esto, digo: lo que la modernidad líquida necesita de la sólida para poder existir. No me acuerdo si Bauman plantea lo sólido y lo líquido como etapas de las que se transita de una a la otra o son sistemas que conviven a la manera de lo que Marx decía del capitalismo y el feudalismo. Pero sí que está claro que la modernidad líquida todavía necesita de la sólida para sobrevivir. Y en la sólida existía 7 Días, y en 7 Días esaba Baby Trash.
Fue un consuelo. Baby Trash hablaba de la década del 70, del cine Cosmos, de lo feo que es Terminator. Me causó gracia que una mina de como mínimo 40 hablara despechada de los hombres que la dejaron de lado o los que dejó de lado por falta de tino, habilidad, consideración, inteligencia. Yo por lo menos tengo los hijos, dije, eso que todas dicen que es una falta que no podés soportar desupués de los 35. Tal vez a Baby Trash le falte eso. Tal vez sólo esté mal cogida. Pero yo ni siquiera estoy cogida y hablo de quienes pasaron por mí como si fueran traidores, energúmenos, aspirantes a gigolós o idiotas que sólo querían mostrar una muñequita de torta como se ve en el dibujo que ilustra la página de Baby Trash. Ella dice que la madre le dice que tiene que revisar sus elecciones. Creo que tendría que revisar mucho más, a cierta edad el mundo no está más en contra de una. Y es una edad que queda muy lejos de los 40. Tan lejos, que cuando una se da cuenta todavía cree que los 40 es algo que nunca va a suceder.

viernes, diciembre 01, 2006

Mi Goonie

Tiembla, todo tiembla. Final de los finales. Será el que de grande verá en alguna película y lo emocinará, como a mí me emocionaron los Goonies, y junto al señor se la hicimos ver con la esperanza y el deseo de que al llegar a esa edad fuera uno de ellos. Y lo es. Mi hijo es un Goonie. No hay duda. Ya con mi altura, miro sin bajar la vista a quien todavía es un chico. Un cimbronazo, un temblor, una verdadera hecatombe. Pocas cosas se presentan tan certeras en la vida como el egreso de un hijo de la primaria. Por más que la vida te vaya preparando con su desarrollo corporal, hormonal, intelectual, y esa nobleza que la lleva a una a sentir que hizo bien su trabajo y que su hijo podrá ser cualquier cosa pero siempre serán más las satisfacciones que las insatisfacciones. No hay indicio alguno de que eso pueda ser cierto, pero en estos días una se siente plena. Incluso con el señor, quien por su parte parece también haber hecho bien las cosas. Y darle las gracias, pletórica por el momento, pensando que la felicidad es posible. O, como dice Estelares, no sabiendo muy bien qué es eso y menos si eso es posible, pero sabiendo que no se es una infeliz. Dándole las gracias también a él, porque viniendo como viene de pares de cromosomas compartidos, además de representar una nueva entidad tuvo que aprender a hacer algo con eso nuevo que era. Por más que buscó copiar y todavía copia, es distinto, y debe aprender cada día qué es lo que le dieron y qué lo propio, qué de lo primero quiere quedárselo y qué de lo segundo mejorar.
A la distancia de mis 12 en los que egresé, veo todo lo que se va dejando en el camino. Más por necesidad que por decisión. Creo que en la mayoría de los casos está bien. Pero no puedo apartar el dolor que da la conciencia de saber que después de esos años una nunca más vuelve a vivir con la frescura que da la convicción de que el futuro pertenece.