sábado, diciembre 23, 2006

No es masturbación

Estoy en ascenso (y eso que estoy con la regla). Estoy en problemas. Los chicos no están, hay día libre, fin de semana libre y el sabor del sexo que me dejó Martín y que quiero volver a probar con Martín. O con quien sea. Estoy que me salgo. Quiero alguien que sea posible de saborear. Es una cosa extraña, pero me encanta el sabor que me siento después del sexo. No podría decir qué sabor, pero es un gusto bien definido. No todos, por supuesto. Pero Martín me dejó ese sabor, y por eso lo quiero a Martín. Espero que haya otros, porque Martín no va a llamar; tiene algo y no me quiso decir. En realidad la que tenía algo era yo y él se dio cuenta. Tres encuentros en una semana fueron demasiado, creo. Me mandó un mensaje, se lo contesté insinuando un nuevo encuentro, lo tuvimos pero diurno y con poco tiempo, los dos nos teníamos que ir y ya saben las chicas todo lo demás. O no. Estoy leyendo muchos blogs de chicas. Y como Lola no hay. Yo no encontré, para ser más justa, que no es precisa pero está correcto. Y eso que me hablaron mal de Lola, ahora que está en el mundo editorial, ya amenazan con su segundo libro, la sacan fea, linda, joven, vieja, alta, baja, coqueta, desarraglada, sensual, insípida, intelectual, frívola, alegre sin tristeza, triste sin alegría, una Lola que no es Lola. Espero que entienda y no se enoje como la otra vez. Así que tomo las palabras del editor que me dijo que conoció a Lola con pinzas, con buenas pinzas; creo que puedo hacerlo. Porque la gente que escribe de alguna manera algo que de alguna manera me mece y me invita a un leve estado de ensoñación, esa gente siempre tendrá mi oído dispuesta a escucharla. Incluso en el error , o en lo que a mí no me guste o me moleste de ella, que no es lo mismo pero está mejor. Lola me lleva, el editor que me lo dijo, aún no. Me voy a dormir masturbándome con Martín.

martes, diciembre 19, 2006

Martín

Martín se ha ido. Todavía está, pero se fue. Ni siquiera dio para dormir juntos. Viniendo de una mina pensará que estoy loca, o que oculto algo. De hecho me dijo, con los ojitos rojos del sexo excitado, placentero y con futuro, mentirosa. Y me lo repitió con el mismo cariño y emoción promisoria, mentirosa. Encantada por el mentirosa, me fui casi de madrugada a preparar el bolso de mi hijo para el viaje de egresados. Locura. Pero no me podía negar a Martín. Creo que sí me hubiera podido negar al sexo. Mi psicólogo dice que me movió cosas. Sí, me movió toda, me movió y después me esperó, me hizo acabar lindo pero se fue y no me dejó espacio para pensar si es varón joven con poca experiencia o tiene para dar algo parecido a lo que yo suponía que puede dar chico de alrededor de 30 soltero, hermoso, fino, establecido, con casa propia, privilegiado laboralmente y perteneciente al grupo de los elegidos que deciden las cosas en el mundo. Se fue porque no le dije de los chicos, estoy convencida. Y apenada. Y no porque no se lo dije ese día, sino porque en los encuentros posteriores, sobre todo en la cena final, no le dije nada. Tengo indicios por todos lados de tener hijos. Y no sólo en el cuerpo, que cualquier varón algo ducho habría concluido con facilidad. Y si no fue por el cuerpo habrá sido por otra cosa; al menos yo sospecho eso. Y si yo sospecho creo que el otro también puede hacerlo. Y así se lo informo: sospechá de mí, digo todo el tiempo. Creo. Yo también me hubiera ido, pienso ahora que se fue. Me hubiera gustado salir unos meses con Martín, llevarlo a algunos de mis lugares, aunque especialmente que él me llevara donde yo no conozco, ni pertenezco, ni soy pero tengo tantas ganas de estar. El cuerpo lo recuerda. Mis ojos guardan el mentirosa. Hay presente. Que es el único futuro posible.

martes, diciembre 12, 2006

I don't believe it!!!

Salí a la luz. Todo encandila. Se ve poco y nada, y es fascinante. Ver poco y nada, que no haya certezas, reine la confusión. Atrévete a las cosas poco claras, me acuerdo, y me emociono. Y me presto a las cosas poco claras. Me lleva Martín. Suave, dulce, más chico. Le gusto. Pero no es amor. Lo sé antes que él, y así él se entera. Es bastante extraño cómo sucede esto, pero me cuesta mucho engañar. A Martín y a cualquiera. Que nadie se dé cuenta de que estoy mal, de que estoy bien, de que estoy desesperada por un hombre o ansiosa porque llame una amiga. Para mí otros lo consiguen. Pero Martín me dice que no es así, que por lo general la gente está tan metida en ella misma que no se da cuenta de qué le pasa al otro. Me gustó mucho eso, obvio, demasiado. Y Martín se di cuenta. Entonces se retrae, empieza a evitar ese tipo de razonamientos, de cosas pensadas hace ya rato pero que ahora consigue ponerlas en el momento y lugar adecuado; una especie de estudio inconciente para habilitarlo a mí, que sé que le gusto, aunque no le gusta tanto mi trabajo ni mi profesión, y se nota que espera y va en busca de un mundo que no le puedo dar. Menos con hijos, que todavía no se enteró porque no me animo, y ay lo mal que hice! Debería haberle dicho, aunque sea de la chiquita, ponerla ahí, en el medio, como quien no quiere la cosa decir a mi hija le encanta que la peine; una boludez por el estilo que si es ésa y dicha así, como quien no quiere la cosa, lo habría espantado. Menos mal que no dije nada, de haberlo dicho así no habría cogido. Y lo bien que me hizo coger. Sentir de nuevo con las esperanzas desvanecidas esos músculos totalmente desacostumbrados, hoy doloridos por el esfuerzo al que no estaban acostumbrados. No lo puedo creer, no lo puedo creer!, no lo puedo creer!!!

miércoles, diciembre 06, 2006

Baby Trash

Entre tanto blog de mina ingeniosa, cool y sin necesidad de hombre, volví a la antigüedad y me compré 7 Días. Pensaba en la que yo había conocido, y en lo que dice Lola acá, y en toda esa cosa que lo virtual todavía necesita del mundo ese viejo que pensamos que ya se acabó. Para apelar un poco a lo estudiado y darle un toque de reflexión a esto, digo: lo que la modernidad líquida necesita de la sólida para poder existir. No me acuerdo si Bauman plantea lo sólido y lo líquido como etapas de las que se transita de una a la otra o son sistemas que conviven a la manera de lo que Marx decía del capitalismo y el feudalismo. Pero sí que está claro que la modernidad líquida todavía necesita de la sólida para sobrevivir. Y en la sólida existía 7 Días, y en 7 Días esaba Baby Trash.
Fue un consuelo. Baby Trash hablaba de la década del 70, del cine Cosmos, de lo feo que es Terminator. Me causó gracia que una mina de como mínimo 40 hablara despechada de los hombres que la dejaron de lado o los que dejó de lado por falta de tino, habilidad, consideración, inteligencia. Yo por lo menos tengo los hijos, dije, eso que todas dicen que es una falta que no podés soportar desupués de los 35. Tal vez a Baby Trash le falte eso. Tal vez sólo esté mal cogida. Pero yo ni siquiera estoy cogida y hablo de quienes pasaron por mí como si fueran traidores, energúmenos, aspirantes a gigolós o idiotas que sólo querían mostrar una muñequita de torta como se ve en el dibujo que ilustra la página de Baby Trash. Ella dice que la madre le dice que tiene que revisar sus elecciones. Creo que tendría que revisar mucho más, a cierta edad el mundo no está más en contra de una. Y es una edad que queda muy lejos de los 40. Tan lejos, que cuando una se da cuenta todavía cree que los 40 es algo que nunca va a suceder.

viernes, diciembre 01, 2006

Mi Goonie

Tiembla, todo tiembla. Final de los finales. Será el que de grande verá en alguna película y lo emocinará, como a mí me emocionaron los Goonies, y junto al señor se la hicimos ver con la esperanza y el deseo de que al llegar a esa edad fuera uno de ellos. Y lo es. Mi hijo es un Goonie. No hay duda. Ya con mi altura, miro sin bajar la vista a quien todavía es un chico. Un cimbronazo, un temblor, una verdadera hecatombe. Pocas cosas se presentan tan certeras en la vida como el egreso de un hijo de la primaria. Por más que la vida te vaya preparando con su desarrollo corporal, hormonal, intelectual, y esa nobleza que la lleva a una a sentir que hizo bien su trabajo y que su hijo podrá ser cualquier cosa pero siempre serán más las satisfacciones que las insatisfacciones. No hay indicio alguno de que eso pueda ser cierto, pero en estos días una se siente plena. Incluso con el señor, quien por su parte parece también haber hecho bien las cosas. Y darle las gracias, pletórica por el momento, pensando que la felicidad es posible. O, como dice Estelares, no sabiendo muy bien qué es eso y menos si eso es posible, pero sabiendo que no se es una infeliz. Dándole las gracias también a él, porque viniendo como viene de pares de cromosomas compartidos, además de representar una nueva entidad tuvo que aprender a hacer algo con eso nuevo que era. Por más que buscó copiar y todavía copia, es distinto, y debe aprender cada día qué es lo que le dieron y qué lo propio, qué de lo primero quiere quedárselo y qué de lo segundo mejorar.
A la distancia de mis 12 en los que egresé, veo todo lo que se va dejando en el camino. Más por necesidad que por decisión. Creo que en la mayoría de los casos está bien. Pero no puedo apartar el dolor que da la conciencia de saber que después de esos años una nunca más vuelve a vivir con la frescura que da la convicción de que el futuro pertenece.

jueves, noviembre 23, 2006

Los besos del adiós

Fueron sólo unos besos. Malos, pero qué lindos fueron. Volver a sentir unos labios. No había forma de pensar que podía haber algo más, que ese tipo tonto que me decía estúpidas melocidades al oído y que creía que mi gracia se debía a su ingenio y ni en sueños se le podía cruzar por la cabeza que me causaba gracia que alguien volviera a decir cosas que la mayoría cree lindas y oportunas pero no son más que galantería berreta, pudiera provocarme algún entusiasmo.
Pero necesitaba besar de nuevo, sentir mis labios sobre los de otro; no para sentir los de él, sino para sentir los míos, que estaban vivos, que podían jugar, entretenerse, doblegar a quien se le quería imponer. Dejarlo con ganas, por mínimas que fueran, de seguir besándome. Sé que son calentones por naturaleza, pero incluso así yo necesitaba sentir nuevamente el poder femenino, el de traerlo hacia mí hasta donde yo quisiera. Sin perder nunca el control. Incluso en los momentos en que me dejé llevar.
Fue lindo. Fue doloroso ver cómo él, el señor, se aleja para siempre, para no volver, para ser sólo el padre de mis hijos, entrando en una intimidad distinta que ay todavía cómo me angustia.

viernes, noviembre 17, 2006

Semáforo

De repente soy importante. Bah, pertenezco de nuevo al mundo del trabajo, eso que nos hace importantes, creo, hoy. Un evento, de esos a los que siempre me invitaban y nunca iba porque era una mina casada y con hijos y me debía a eso. ¡Qué lindo hubiera sido poder haber compartido esos momentos boludos con él! ¡Cuánta seriedad! Me río más, y eso es bueno. Por lo menos me hace sentir bien. Me río más que nada de mí, de lo boluda que fui. Antes no me causaba gracia, y eso está bueno. Todavía no me animo a dejarle el teléfono a nadie, aunque sé que el celular se le da a cualquiera, que no compromete para nada. Pero yo tengo ahí me semáforo, que sé qué no es él, pero igual lo tengo. Él, el mayor, que siento que cada vez que suena el teléfono clava los ojos en los míos. Recién ayer me di cuenta de que no era él, sino yo. Yo lo miré y él no me miró. No le interesa, pero a mí sí. No sé por qué. Tal vez por eso nunca pude ir a uno de esos eventos que van todos los que no tienen nada que hacer, o que quieren hacer mucho. Empecé a mirarlas a todos de otra manera. Creo que porque me siento una igual: en la soledad, en la desesperación por compañía, en el miedo, en el terror, en la torpeza, en la dificultad, en la idiotez, en la fragilidad de ser una mina. Quién sabe si ellos no sienten lo mismo, aunque por ahora siga sin creérles, y piense que sólo me quieren usar.

lunes, noviembre 13, 2006

Lo que queda

Y por más que no quiera terminaré olvidándolo. Sé que será así y nada podrá cambiarlo. Ya fui informada de su decisión de que juntos así como fuimos nunca más. Seguro que tampoco podremos ser de otra manera, pero hoy todavía me resisto. Se lo dije a mi terapeuta. Me miró en silencio. Lloré desconsoladamente. Es una cagada, pero no hay otra posibilidad. Es como aprendí de Lola, ya no me acuerdo qué día y por eso no la linkeo. Ir a la facultad es una cagada, pero no ir es peor. Estoy bien. Y eso me jode más de la cuenta. No estaba preparada.

viernes, noviembre 10, 2006

Lo vi

Lo vi con la nitidez que ningún recuerdo conserva. Estaban de la mano, se besaban, pero yo a ella no la conozco. Me hubiera gustado que viniera con ella al fiesta de cumpleaños del amigo en común, pero no vino. ¿Por qué vendría? Sabía que no lo iba hacer, pero lo deseé todo el día, desde el momento mismo del sueño, que fue el mismo día que el cumpleaños del amigo. Liberación clamaban las furiosas bestias. Mis bestias claman liberación. Verlo así, en público y de un a vez por todas tal vez me libere. Pero nada me libera. Y mucho menos alguien. Nadie se acerca a cumplir esa misión conmigo, no hay ningún héroe cerca, y no jodamos, ya no soy una nena. Si al menos fuera Araceli. Esa cara de nena, esa actitud. Pero es solo una imagen, no se puede ser así a los 40 o cerca de los 40. A mí me faltan algunos todavía, pero ya los siento, están ahí, presentes. ¿Qué son los 40? No tengo la más puta idea, pero suceden.

domingo, noviembre 05, 2006

Por una noche

Ojalá el de ayer sea unanoche que mi memoria guarde. El futuro tiene esa cosas, y una nunca sabe. Estuvimos los cuatro en el mismo ámbito, fiesta escolar, con ella agarrada a la mano del señer y la mía, apretujadas y bomboleándolas, feliz como pocas veces la vi. Creo que nunca. Él, el mayor, estaba bien. Se divirtió con sus amigas, lo vi con chicas (nunca lo había visto en esa situación de levante) y sin mostrarse incómodo conmigo. Fue un alivio no recibir miradas de censura, saber que algunos sabían, muy pocos, de mi ausencia de un mes. El señor no se lo contó a nadie por su cuenta, me dijo; tuvo el tino. Pero a los dos semanas de mi borrada alguien le preguntó y él respondió. Así que lo deberían saber unos cuantos más, pero nadie me miró mal. Después pensé que por ahí lo hicieron, pero yo no me di cuenta, y eso me pareció mejor; mucho mejor. Que las miradas de los otros no te afecten es buenísimo. Casi genial, diría yo. Hablé con mujeres, me sentí una más, alguna que otra me contó su problema; no mucho: hijos, algún reproche de cariño tonto al marido y la pregunta obligada de cómo andaba yo, que en ningún momento sentí alusiva a mi ausencia sino a la posibilidad de una pareja. Sólo dos me preguntaron si estaba saliendo con alguien. Dije que no. Supongo que vieron algo depresivo en mí, porque no siguieron hablando del tema. El señor estuvo bien, me habló amablemente cuando tuvo que hacerlo; en un momento me preguntó si me sentía bien con ese gesto tan suyo justo en el límite de la subestimación y de la verdadera preocupación y por el cual no le podés decir nada porque si no enseguida dice que no, que no quiso decir eso, que disculpas. Pero estuvo bien, se mantuvo a la distancia precisa.
Nos fuimos con la gorda y dormimos juntas, igual que desde que volví. Ella se durmió abrazada a mí, yo también pero mucho después. Dormí como si hubiera hecho un gran esfuerzo, y hoy me desperté con una angustia inaudita. Lloré sola más de media hora en el baño y después ella se despertó. Compramos juntas un regalito que ella le quería hacer a su papá que esta semana cumple años y después ya se fue. Yo prácticamente no me puedo mover.

Buena leche

Después de no cumplir con la promesa de uno por día quise retomar escribiendo de Lola, su nota en Viva, sin esa sensualidad que a sus lectores nos hizo feliz, tan desabrida, poco romántica, madre común, poco glotona, tan chica más. Pero la bronca por lo general no fue buena consejera para mí y menos en los últimos tiempos (unos diez años aprox), así que decidí tomarme tiempo.
Un nuevo impulso apareció con los chicos, pero me parecía demasiado íntimo y ensordecedor. Para mí. Era un zumbido de esos que permanecen y que terminás descartando porque estropea la posibilidad de escuchar el resto, no te deja entender qué te estás diciendo, si te están llamando o pidiendo algo, si alguien te necesita. Esa fue la razón por la cual también desistí escribir de eso. No me parecía decir que el mayor me bardeó las 24 horas que me soportó el sábado pasado, que la más chica me agarraba de la pierna a la altura del muslo y no me soltaba, que sólo me soltaba para abrazarme por la cintura, que fue al baño y como no me vio en la habitación de ella (donde estábamos antes de que fuera al baño) empezó a gritar Mamá, Mamá, y cuando le dije acá estoy apenas me vio me dijo tenía miedo que te habías ido de nuevo. Si el más grande se fue sin quedarse a dormir y quién sabe cuándo me perdonará, si la chiquita me llama todos los días para saber que estoy a mano, que no me fui, poco queda para decir de los chicos. El domingo caí en un bajón que creí definitivo, como creí cada uno de los que tuve desde el verano pasado, cuando por esas cosas que una nunca sabe empecé a percibir (por la simple y estúpida compra de un pantalón, hecho que sólo después se reveló como signo de percepción) que el señor se iba, se iba para siempre. Lola arruinó todo mucho más el lunes, cuando un tipo del trabajo a la que le mostré su página porque yo creía que Lola hacía calentar hasta a las piedras, me la mostró con sonrisa burlona, totalmente decepcionado con ella y conmigo después de la ilusión que le había generado al descubrirle la página, al presentarle a Lola, al darle la posibilidad del enamoramiento. Diría que casi me pega, pero la tiró así, como para que hiciera plaff, y el plaff se escuchara bien, casi en toda la oficina para que él se pudiera sacar las ganas de decir lo que tenía ganas de decir: Una putita cualquiera. Lola era una putita cualquiera. Se vendía, había especulado desde el principio, a lo sumo empezó como un juego pero enseguida se puso especular; no había dudas de que Lola era una putita. Pu-ti-ta, llegó a decir. Yo dije algo entre el non y el nan... No pude decir más: me salió parecido a ese de la propaganda de Insenbeck, esa que tuvieron que levantar al toque porque era reevidente que promovía la violación de minas, sin tener la más puta idea de que Lola después se iba a tener que defender de eso en las notas de prensa que estaba dando, porque incluso las minas (creo que todas las notas se las hicieron minas, los editores deberían tener miedo que la nota quedara muy babosa; ¿o fueron editoras, chicas celosas y envidiosas de no poder provocar algo parecido a Lola que mandaron a preguntar sobre la provocación y los orgasmos en el baño y otras preguntas berretas?) Nada de eso hubiera sido capaz de pensar en ese momento del non/nan. Después me acerqué a mi compañero, prácticamente el único (incluido muchas chicas) que en el trabajo me inspiró la confianza necesaria como para decirle que Lola a mí también me incitaba al sexo, me daban ganas de sexo leerla, salir a buscar algún tipo, algún pendejo y bajermelo, así porque sí, aunque después siempre terminara masturbándome sola en mi cama y llorando a la mañana siguiente que nadie hubiera puesto su mano entre mis piernas y penetrarme con sus dedos. Eso le dije al decirle el blog de Lola está muy bueno; ahora Lola me hacía esto. Me acerqué a mi compañero, casado, una nena de un par de años, futuro separado porque la sigue a su mujer mucho más de lo que debiera, que yo pensaba que Lola se había equivocado pero que no había especulado nunca, que tal vez creyó lo que creemos todos en un momento, que podemos controlar la situación y resulta que siempre la situación termina montándose en nosotros (al menos en mi caso, aunque esto no se lo dije), pero que no, Lola no había especulado. El me miró y dijo ¿te parece?, sí, le dije, así, con cara de floricienta, pero él no me creyó: después de mi mes de licencia por problemas de salud habrá pensado que no era conveniente siquiera poner en duda uno de mis razonamientos; andá saber lo que se dijo de mí en ausencia.
Así que Lola no me daba para escribir, por más que el viernes, desesperada como estaba frente a otro fin de semana con los chicos, uno dispuesto a crucificarme la otra a no dejarme mover y yo una pelota de angustia y depresión que terminaría alejándolos más, mi compañero me acercó la nota de Veintitrés y pude empezar a respirar más tranquila. Puede sonar bochornoso, pero diría que volví a respirar. Ahí estaba Lola, la sensualidad recuperada, la actitud, el desparpajo, la provocación, el sexo, la buena leche. Lola no especulaba, quería de la vida otra cosa que por más que en algún momento y en muchos sentidos se pareciera a lo que yo quería no era lo mismo. Lola no había llegado a salvarme, así que no me podía condenar. Lo miré a mi compañero que con el acto se hizo amigo, yo sentada él parado al borde de mis escritorio, y le sonreí; sonreímos juntos, yo emocionada, él también a su manera, una sonrisa de oreja a oreja que me dio envidia de su mujer y felicidad de su hija que superó y borró como un huracán la envidia a su mujer. Esa niña tenía un padre, igual que la mía. Tan mala no era, después de todo había elegido al señor para padre de mis hijos.

domingo, octubre 29, 2006

Que los cumplas feliz

Los chicos no quisieron venir pero me vieron. Me saludaron bien, sobre todo la más chiquita, que se me colgó del cuello y nos abrazamos con todas nuestras fuerzas, ella con las suyas, yo con las mías, que me parecieron más que las de los últimos tiempos. Me dio muchos besos. El más grande por lo menos reconoció que volví antes de que cumpliera años. Él miró, y se portó como un caballero. El encuentro fue en una plaza, a sugerencia del señor; le pareció lo mejor, y yo estuve de acuerdo. Primero porque no se me ocurrió otra cosa, después porque me pareció el más apropiado: todos anónimos, o por lo menos perdidos entre la multitud, no somos nada, como algunos apendimos a decir con La Blusera. Ahí en la plaza ella corrió en la dirección que le marcaba el padá con el dedo índice, como si fuera una publicidad; él caminó mas lento, sin perder rastros del padre, que lo acompañaba al costado y caminaba tranquilo. Cuando estaban cerca lo empujó suavemente por la espalda con la izquierda y él lo miró: el señor le dio una sonrisa de confianza y él dijo: hola ma. Casi me desmayo, estuve a punto pero por suerte lo evité; lo evité pensando que sería el fin, que no me querría más, que ni siquiera de viejo me perdonaría. Lo abracé fuerte, él pareció que lo hizo de compromiso, pero lo hizo como pudo, y pudo mucho.
Después de unos minutos él se ofreció dejarnos solos unos minutos pero yo le dije que no, no había problema, que se quedara. Su corrección muchas veces me enfermó, pero esta vez parecía sincero, preocupado por el bien general antes que por quedar bien. A ella le llevé un Kinder, a él un poster de un músico que ama. La hamaqué a ella mientras le pregunté cosas de su escuela y su ingreso a él. Todo monosílabo, alguna vez, por alguna repregunta siempre temerosa de romper su infinita paciencia, algo más. Estaban bien.
Habíamos quedado con el señor que el después lo estableceríamos en ese mismo momento, si bien teníamos plan de base: que los chicos se quedaran solos conmigo toda la tarde, que después volvieran a su casa siempre y cuando ninguno de los dos quisiera venirse conmigo y que al otro día a la mañana los llevaría a la escuela, estuvieran o no conmigo. Pero yo le dije que se quedara. Necesitaba verlo. No sé por qué, quizá para saber que nunca me dejaría tirada en la calle; en este mes fue una de las cosas que sentí que me faltaba. Pero me faltaban también muchas otras cosas y la única que quise concretar fue esa. Fue muy linda, pero muy bien no hizo. Los chicos, especialmente el más grande, se empezó a mostrar cada vez más remiso; la chiquita cada vez más demandante. De alguna manera se sentían mejor con los dos padres lejos, cada uno por su lado.
En un momento él dijo que se iba, que tenía que estudiar; sabía que no era así, pero no le podía decir otra cosa que sí, está bien, andá. Al otro día lo acompañaría al colegio pero hasta más de una cuadra, nada de acercarme a la puerta, él no soportaría todas esas miradas sobre la madre que se borró un mes. En ese momento y en esa edad nada importa que su madre lo hizo para poder darle algo mucho mejor a lo que le estaba dando, que de alguna manera tuvo la anuencia de su padre, que eso era mucho más eficaz que toda la puta voluntad con la que se desesperan el resto de las minas y jamás se perdonan no poder y se la viven pasando pidiendo perdón por no poder y quejándese a sus machos de que no hacen lo suficiente para que ellas puedan y se quedan solas, aburridas, quejadas, acompañadas por una desesperación como ellas, ese marido panzón, mofletudo, fuera de forma física y mental, sobre todo mental, que atrasa y, lo peor, tira para atrás. Esa que no quise ser más y que un acto tan desesperado como la vida que llevaba y que incluso era amor, lo dejé, mal, porque lo dejé pensando en que así resucitaba el amor; esa misma me esperaría en la puerta de la escuela para decirme por qué había dejado de ser así, que cómo me había atrevido, que qué me pensaba, andar dejando a los chicos por un mes, si los chicos no necesitan felicidad, sólo a la madre. Feliz cumpleaños.

jueves, octubre 26, 2006

Volver, y volver a empezar

Tengo miedo de que suceda de la peor manera: engancharme con cualquiera, desesperada por algo de mimos, un poco de calor, cierta ternura. Probablemente por eso haya llamado a mi mamá, quien se me trata como una nenita y no me perdona que me haya ido un mes. Y eso que es ella la que me tiene que pedir perdón por varias cosas. Tal vez por eso en determinados momentos extraño mucho al señor y añoro todo lo que pudo haber sido y no fue: el sexo al despertarse, el sexo en algún momento inapropiado del día, la caricia, el gesto, el mimo, la contención, el abrazo, la caricia, el beso en la boca porque sí. Seguramente por eso me refugio tanto en mis hijos, dejo que se me acerque el más feo y serio de un grupo de varones en las que algunos quieren sexo por esa cosa de pendejo que quiere hacerse el piola y probar algo grande, el que lo quiere a secas, el que lo llena de un erotismo previo y el no sé qué ocho cuartos, pero que no se me acercan seguramente limitados por mí. O lo hacen hasta ahí, esperando alguna señal porque todo el mundo se anda cuidando tanto de cualquier cosa que ni siquiera es capaz de sonreirte dándote la confianza necesaria como para que te atrevas un poquito más. Como nadie juega solo, yo juego hasta ahí y sólo avanzo con la garantía del no. Me ahorraría plata, estoy convencida. Pero no desesperación. Se me nota mucho, como aquel gay que me cambió un beso por un cigarrillo y dijo tirándose levemente para atrás: ¿cuánto hace que no te besan? Así, que no me besan. Me sigue costando ver alguna película sin acordarme de él. Pero bueno, llegará alguien, finalmente llegará; y como en la posibilidad de una isla se irá raudamente, por más que un amigo diga que no podés desarmar las bombitas y sacar las guirnaldas hasta el último suspiro.

martes, octubre 24, 2006

Uno por día

Es increíble que un good morning lucy te pueda poner tan bien, pero así parecen suceder las cosas. Sigo fantaseando con uno por día, pero no hay hombre a la vista ni compañía agradable. Se hace difícil escribir cuando todo parece tanto y cualquier cosa poco. Pero algo me salió, como el adiós a Tp, que a mí me hace sentir un poco más sola, pero también me obliga a arreglármelas más por mi cuenta, que sospecho que ni remota relación tiene con crecer, aunque nuestras madres se encargaron de confundirnos más de la cuenta. Que sea casi uno por día, con o sin hombre, con o sin las cosas que me acompañaron hasta hace poco.
Hoy vi al psicólogo y mañana le anunciaré mi vuelta al señor para poder encontrarme con los chicos.

domingo, octubre 22, 2006

Adiós TP

Murió TP. Hay clima de velorio en el sitio. Ojalá alguien les proponga lo que el marido de mi amiga a mí: borrarse por un rato, alejarse de las rispideces que todo lo vuelven feo y desagradable, esa molestia inasible que hace que una siquiera quiera jugar con su hija aunque más no sea por el hecho de revivir aquella que fue cuando el mundo la esperaba. Aquella que, en el Mariano Acosta o en otra benemérita institución de rango menor o mayor esperaba el momento sublime del terremoto inexplicable que la hacía sentir que ese era el instante para tocar el cielo con las manos más nunca tomarlo por asalto porque el cielo debía quedar intacto para los que venían detrás: ellos eran la evidencia de que la verdad nos pertenecía, de que el mundo podía haber sido como los adultos decían que había sido pero que con nosotros no volvería a ser igual.
Amábamos esa convicción de que 20 años después no seríamos como ellos, y deseábamos con todas nuestras fuerzas que permanecieran con vida para presenciar la refutación práctica e histórica de incendiario a los 20, bombero a los 40 (y muchas otras que nos espetaban con odio). Luego, como a Schmidt, nos pasaron esas cosas. A diferencia de otros que tuvimos amigos/conocidos sólo para sobrevivir, Esteban tuvo a Ernesto, Huili y Puri, que nos convocaron a todos nuevamente a gozar de la oscilación del suelo. TP propuso llevar y ser llevados nuevamente en andas, Quintín a Romina, Abraham a Mortati, Raffo a Schmidt, Schmidt a Raffo, Gargarella a Ivana, Ivana a Iglesias, Iglesias a Brener…
Lo que en aquel entonces no entendíamos era cómo eso que era una fiesta, era una cosa de locos, estaba permitida, estaba bien, y lo mejor de todo es que a veces terminaba mal (y más de una vez entusiasmaba tanto a los maestros que los hacía saludarnos con el pulgar en alto), por qué molestaba tanto. En esos años nunca vimos que el suelo que oscilaba era siempre el suelo de los otros. Y eso molestaba terriblemente.
Pero hay algo que teníamos muy claro en aquellas situaciones/sensaciones pre orgásmicas (eyaculatorias en el caso de Schmidt) aunque nunca hubiéramos estados en condiciones de declarar: lo que nos incitaba año a año a no retroceder y volver a hacerlo por más consecuencias disciplinarias que nos trajera, era que la vejez es el fracaso.

Muchas gracia por todo y buena suerte.

sábado, octubre 21, 2006

Un mes

Pocos pero efectivos: entraron, espiaron, escucharon, preguntaron, dejaron sus preocupados post. Tomé el consejo del marido de una amiga, ella mucho más preocupada que él, que se le tomó con la ternura de quien entiende pero le causa algo de fastidio tanto reclamo. Me dijo: lo mejor es que te borres por un rato, o sea, mejor que no saber dónde ponerte y que así termines poniéndote en un lugar del que no podés volver, podés conseguir el mismo efecto pero con la posibilidad de arrepentirte y poder hacerlo efectivo.
No te entiendo.
Si te matás no te podés arrepentir.
Sí, sí, claro pero yo no me quiero matar… Y me quedé; entendí recién ahí lo que me había querido decir. La mujer lo estaba matando con la mirada, así que balbuceé algo, una boludez que por lo menos frenó la tensión. A
Sí, sí, está buena la diferencia, dije así, bastante atolondrada;me gustó, en serio. Mi amiga lo dejó de censurar, y yo sonreí. Mi amiga se distendió.
¿Por cuanto tiempo?
No sé, dijo él. Levantó los hombros a lo Maradona; me hizo acordar a él, al señor. Tuve la sensación de que en todo este tiempo lo extrañé mucho más de lo que creí haberlo extrañarlo.
Podés hacer algo consensuado, ¡la concha de tu madre cómo me complicaste la vida!
¡Claro!, saltó mi amiga, más asustada que su marido y yo juntos.
Decirle a él la verdad, pero sólo en su parte más relevante: necesitás un tiempo absolutamente sola.
No sé a mí, pero a mi amiga los ojos se le iluminaron. Creo que se enamoró más de su marido.
¿Cuánto y en dónde?
En donde tal vez te podemos ayudar, me dijo ella, agarró la mano del hombre por el que se sintió reconquistada, del hombre secas, en definitiva, y lo miró.
¿Cuánto?, levantó los hombros sin la gracia de los tres hombres y miró al suyo.
Un mes, dijo él dándome la seguridad que sintió que me faltaba.
Pasó un mes, y por ahora sólo quiero contar hasta ahí. Tal vez me psicólogo me lea antes de volver a verme, aunque seguro que ya dejó de preocuparse por mí. En el celular sus mensajes aparecen hasta hace una semana. Y en la semana anterior hay solo dos; los primeros quince días llamó todos los días. No sé cómo volver a ver a los chicos, primero tengo que hablar con el psicólogo; necesito más seguridad, o un poco de seguridad. Y eso que estoy segura que el hijo de puta se los explicó bien, el señor hijo de puta le habrá dicho a ella mamá está mal, necesita un descanso, como te dijo te quiere mucho, pero para quererte más necesita esta descanso (me juego que le dijo así todos los días de este mes y la contuvo y la protegió y la mimó y estuvo al lado de ella y seguramente con su nueva ella, mostrándole el camino de las familias paralelas, nuevas, mezcladas, amorfas pero mucho más divertidas y felices que las tradicionales). Nadie sabe que volví, sólo quienes lean esto. Al señor le dije que a fin de mes, pero el no lee. Por lo menos a mí, y si por leer entendemos escuchar. Gracias por los post y las visitas.

miércoles, septiembre 20, 2006

No me sale

Evidentemente no sé postear. Aunque mi psicólogo insista, no puedo, siempre pienso que tengo que escribir algo trascendente, que valga la pena y no sé qué ocho cuartos, como decía mi papá. Pero no me sale. Hay que hacerlo más seguido y por cosas más boludas que a veces dicen más y mejor de nosotras que las serias y adustas que son las únicas que me salen. Eso es lo que quería decir, que no me sale. Algunas amigas me dicen que ya me saldrá, como lo de un hombre. Pero yo no creo.

jueves, septiembre 14, 2006

Torsos

Se vino el sol y con él los problemas: la gente se desnuda, se muestra, se los ve en los balcones tomando sol, su hormonas fluyen en el aire y yo con la más chica, que ama a su papá y no sé si me va dejar que alguien se me acerque y me diga algo lindo o sólo se acerque para ver qué pasa, halangándome ya con su cercanía, sintiéndome de interés para alguien luego de tantos meses de desinterés para todos empezando por mí misma. Ella lo mira, lo juzga, lo sentencia al destierro si siente la competencia y al olvido si ve en mí el mismo estado de estos últimos meses cuando nadie se me acercó porque repelo. Pero en la plaza nadie se acerca, ellos están con uno o con dos, y hablan por teléfono, se desnudan el torso, peludo y con músculos marcados pero sin trabajo; ellos están ahí para que yo los aprecie y los desee, aunque yo sólo los aprecio: ella, mi juez, pide hamaca, chupetín, pochoclo, maíz para las palomas, tobagán, trepadora y siempre dice, grita, exclama mamá mamá mamá sin olvidarse que cuando vino con papi hizo esto, aquello y lo de más allá porque papi la deja y la sube, la baja, la lleva, la trae, la ayuda y papi tiene fuerza como parece tenerla ese que miro y no me mira porque ella dice, grita, exclama que papi y mami y el hermano y ella un día vamos a ir a no sé dónde. Y él se va.

viernes, septiembre 08, 2006

Más Lola

Groso, y hermoso esto de Lola. He aquí un secreto: Lola juega. Juega a ir a la facultad, juega a ser mamá, juega a ser pareja, juega a ser abogada, juega a ser mujer. Ese es su principal encanto, de Lola. Ella es mucho más seria que nosotras, las que nos tomamos en serio. Jugar es mucho más serio que cualquier cosas. Miren a sus hijos, y si no acuérdense de cuando eran chicas. Nos ofendíamos si no ganábamos, pero más nos ofendía la poca seriedad con la que se tomaban nuestros juegos no competitivos: lo peor que nos podían hacer era no respetar nuestras reglas: vos sos la mamá, él el papá, yo la tía; yo soy la doctora, vos el bebé, ella la enfermera. Guay! de que alguien nos discutiera. Nuestras reglas eran inapelables, y el placer infinito: pura y exclusivamente si todos los protagonistas del juego se lo tomaban tan en serio como nosotras; si no era pelea segura. No importa que Lola sea menos, sólo o más que justlola. Lo lindo, gratificante, entusiasta y liberardor es que Lola juega, Lola es libre.

jueves, septiembre 07, 2006

Virus

Estoy con el pijama que me compré cuando todo se venía abajo y desesperada quería seducirlo, mostrarle que también podía ser sensual, perra. Me negaba a ver que cuando todo se viene abajo no hay nada que lo detenga; él también, es verdad, pero eso no me pone mejor. Escucho a los Tindersticks, descubiertos cuando ya la crisis estaba instalada pero parecía parte de la vida que nadie te explica que es así y que por eso mismo suponés que de eso se trata la vida y te introducís en ella con naturalidad, como si no hubiera otra posibilidad. En cambio el virus que me inoculó lo llevaba desde hacía rato, prácticamente desde el principio, tal vez de lo contrario no lo podría haberlo amado. El virus todavía perdura y no me lo puedo sacar, se activa cada vez que tengo ganas de despegar, de liberarme del lastre, de sentir que se puede intentar algo distinto al dolor. Vuelve en forma de otro hombre que me dice que no, al que dejo que me coja pero no quiere abrazarme después, ni hacer cucharita, ni dormir conmigo. Vuelve en el que me habla pero después no me habla más, incluso pese a intentar no seguir los cánones y llamarlo yo, incluso siguiendo los cánones y no llamándolo. Vuelve en una canción de Tindersticks y también en una de Tom Waits, en una de Radiohead y más en una de Calamaro, en una de Oasis y ni que hablar en una de Estelares. Está ahí como estaba en los Manos del Eternauta, que se les activaba cada vez que tenían miedo. A mi se me activa cada vez que no sufro más por él, y me mantiene irremediablemente viva para que siga preguntándome cómo pudo hacerlo, cuál fue el motivo de responsabilizarme del final cuando me maltrataba a diario, cómo no se le ocurrió que lo dejé para ver si de una vez por todas me escuchaba, qué mierda le pasa por la cabeza para no poder quererme.

viernes, septiembre 01, 2006

Contigo aprendí

De él aprendí la minucia, el valor de lo imperceptible salvo porque duele, a conducirme en la calle abajo del auto, arriba del auto, en bicicleta, con los chicos o sola. De él aprendí que el sexo puede ser feo porque alguna vez fue fantástico, y que nada moja más que una caricia de las manos por las que te sentís amada. De él aprendí que el dolor es vitalidad porque si te pinchan y no te duele estás muerta, y que esa forma de aprenderlo es la más vil pero la única indeleble. De él aprendí que podés amar a alguien que nunca te va a amar como vos necesitás y deseás que te amen, pero que siempre te das cuenta tarde porque si te dieras cuenta temprano jamás amarías. De él aprendí a ser lo soy, una miserable que no puede hablar con un varón, que los espanta, que les huye, les teme, los odia, los desea y los aleja con la misma entrega. Sí, lo que soy se lo debo: esta mujer a la que sus amigas ya no le presentan varón porque las citas terminan mal, con menos amistad de parte de sus amigos, a veces ya sin amigos; algunas amigas ya ni siquiera hablan, otras apenas chatean, la mayoría sólo manda mail. Del otro lado del planeta él brilla, y yo me alejo más del suelo también.

jueves, agosto 31, 2006

justlola

No se puede vivir sin Lola. Yo no puedo vivir sin Lola, y un montón más tampoco. Lola se nos va así, siendo de muchos, pero sucede con las hijas pródigas, se nos terminan yendo para un día regresar, y ese día será todo alegría, la certeza absoluta de que la felicidad es cierta y que sólo hay que esperar y acompañarse por recuerdos (sus recuerdos) y música y películas y compañías y el blog de Lola, que nunca debería morir hasta que chicas como yo podamos vivir sin él, como los bebés cuando largan el andador o las nenas las rueditas de la bicicleta. Pero Lola me da mucho miedo, porque pienso que nunca podré llegar a escribir un blog como ella, jamás asistiré a un link, un comment, un mail, alguna referencia de algún desconocido/a que me hable de mi blog como se habla de justlola. Desespero el día pensando algo que decir, decirlo a la manera de ella, tan personal, sería mejor. Y cada vez que me pongo a postear, las palabras se me frenan, la prosa se vuelve estúpida, la sintaxis híbrida. La hija pródiga que estamos esperando que vuelva y que nunca quisimos que se hubiera ido pero se fue y suerte que se fue porque sino no sería hija pródiga, habita en nuestras cabezas, se mira al espejo con nosotras y nos hace pensar, me hace pensar, para precisar, que sólo basta verse así de linda para hacer justlola. ¿Pero cómo hacer para verse así de linda?

jueves, agosto 17, 2006

Una máquina

Me fui a emborrachar. No quedaba otra. En realidad sí, pero después de la noche de llanto llamé a Sofi y se lo conté. Se lo conté entre tragos directamente, en Bizarro. Por suerte no había mucha gente, y menos tipos. Aunque un boludo se nos puso a mirar. A mí me miraba. Pero como sin mirarlo no entendió, lo empecé a mirar para que se acercara de una vez por todas y le dijera que no, que quería charlar con mi amiga y nada más. Por suerte Sofi tiene auto, y la vuelta no era un problema. Se la bancó lo más bien, y encima pagó todos los tragos, una máquina, como decía el señor cuando yo lo conocí y su estilo de me como el mundo que no podía sacarse el barrio de encima me enloquecía, me mojaba toda, literalmente. No miento. Cómo me mojaba. Cómo me mojó hasta el final, cuando en medio de las peleas nos acercábamos para parar el daño y lo sentía toda, imaginaba cómo me entraba y esa presunción de orgasmo me hacía gozar como loca, como no había gozado durante años, donde todo era subir y bajar, subir y bajar, pero no permanecer como esas veces, sin bajar nunca, sólo cuando me la sacaba y la falta de calor me relajaba a mí también.
Sofi escuchó todo, preguntó poco. Creo que no hacía falta. Me llevó hasta la cama y me ayudó a desenudarme, hizo casi todo. Se ofreció a quedarse a dormir pero le dije que no. Para qué. Quiero estar así, destrozada, sufriendo por verlo lejos, sin posibilidad de reconexión alguna, poniendo un límite infranqueable a toda posibilidad de reencuentro, y sufriendo todavía más por la manera en que estableció este nuevo estado de cosas. Sé que hoy no te morís si te agarrás el bicho, como decía aquella amiga que dejé de ver por él, una guasa, sí, mas bien una bruta que hubiera ido mejor arriba de un camión que como manicura, pero que tenía esa cosa de no poder medirse que no daba posibilidad de que lo que había dicho significaba lo que había dicho y nada más. Hasta su nombre confundía: Dani, si una no la veía no sabía que era una mina; hablando por teléfono, si se había presentado como Dani, te la podías confundir.
Pensé que ponerme en pedo me liberaría de algo, aunque sea cambiaría el lugar del dolor. Pero no salió del pecho. Una tonelada. A veces siento que me voy a caer de espaldas.

miércoles, agosto 16, 2006

Terapias alternativas

Me fui y le dije que no volvía más. Así que no escribí para que no me leyera. Él me dijo que lo abriera, no iba a estar dándole información así porque sí. Me llamó y volví. Me pareció una preocupación legítima, después de todo vive de otra cosa. Cuatro sesiones estuve sin ir. Dos semanas. Menos mal que volví. El señor vino y me dijo: tengo que darte una noticia. Zas, dije, se casa de nuevo; peor, va a tener otro hijo. No. Se contagió HIV. Tuve ganas de abrazarlo pero no lo hice. Estaban los chicos, iban a pensar que mamá y papá querían volver a estar juntos. Sabía que tenía una mina. Bah, lo sentía en el cuerpo, como se sienten esas cosas que hacen muy mal pero que de tan mal que hacen una no puede registrar con precisión, lo atribuye a razones vagas, lejanas, recientes, etéreas, rencores, narcisismos heridos, gatos negros que se cruzaron, haber pasado por debajo de una escalera, la regla que no viene, un dolor menstrual inesperado, él que te dejó y se fue. Pero pasó tanto que no podía ser. Aunque era. Una mierda. Una reverenda mierda que me dejó mal parada, qué digo mal parada, me dejó en el piso, llorando toda la noche, sin los chicos, que se los dejé para que le sirvieran de contención. Pensé que un accidente lo tiene cualquiera, que qué iba a hacer, no me podía esperar todo el tiempo, que
ya me lo había dicho que no me esperaría todo el tiempo, que no lo fastidiara, lo dejara tranquilo, tratara de hacer mi vida, me diviritiera. Con qué querés que me divierta, con la plata que no tengo, con la que no me pasás porque no me tenés que pasar pero a mí igual me aplasta porque quedaste en buena posición económica y yo tengo que andar cuidando el peso caminando diez cuadras para tomar un colectivo menos y comer lo indispensable cuando no están los chicos y no tengo compañías y tengo que soportar a mi hermana que me dice que tengo que ir a nadar y a mi vieja que me trae vitaminas y a mis amigas forzándome a salir porque no tengo la más puta gana de salir y que me digan que tengo que hacer esto y lo otro y que tiene un chico, un tipo, un hombre, una joda, una fiesta, un cumpleaños, un viernes Sex and the City y la puta que te parió. Sobre todo eso, la puta que te parió.

lunes, julio 31, 2006

Óxido

Escribo porque si no el terapeuta me va a decir algo, hasta me puede regañar. Salí con G y pasó lo que tenía que pasar: nada; o sea, sí sexo, pero nada, ni un atisbo. Después me saqué las ganas en un fin de semana de mierda, en el que dormí todo el tiempo pero con culpa, miré películas con culpa, me masturbé con culpa. Con G. (para sacarme las ganas con las que me había dejado). Pero también con el señor. No me lo puedo sacar de la cabeza, está en todos lados. Hasta cuando me llaman los chicos, está. Pensé que iba a ser más fácil. No mucho, un poco, pero más fácil. Era mentira. Siempre todo lo pensado antes resulta mentira después. Es inevitable. Y una hace según el antes, es imposible hacer según el después, porque es el después de ese antes el que lo hace después, y porque no sabe el después y porque si supiera el después no haría el antes. Así estoy, sin poder encontrarle una salida al laberinto. El tiempo, sí, todas me dicen lo mismo; algunos de ellos también me lo dicen. Pero, perdón por la negativa, el tiempo que pasó el que viene no te lo recompensa. Y esa ansiedad te corcome, es como el óxido, que sin que te des cuenta se empieza a instalar y cuando tenés que sacarlo es un laburo bárbaro; a veces ni siquiera lo podés sacar del todo. No quiero llorar más, no quiero llorar más. No quiero llorarlo más.

viernes, julio 28, 2006

No entiendo

El señor sigue ahí. La referencia obvia es que es dios, pero sabemos que dios no existe. Él sí existe. G volvió a llamar, y lo pateé para el fin de semana, algo más obvio, más tradicional, más no sé qué mierda, pero es más. No entiendo algunas cosas: si alguna vez fui la chica vital que creo que fui, si hoy soy este desastre que creo que soy, o si nunca fui ni una cosa ni la otra, y todo se trató de una ilusión que él, que como el tiempo es masculino, se llevó sin avisarme y yo aún sigo buscando como si lo hubiera dejado en algún lado (especialmente en la cartera) y no lo encuentro, cuando en realidad lo perdí, lo perdí definitivamente, o fue una idea que alguna vez soñé tan fuerte que se coló una mañana en mi vida y yo creí que era cierto.

miércoles, julio 26, 2006

G

Yo la tengo me inspira, Lola me conmueve. ¡Qué envida! Haber tenido un papá así. Nunca me enteré de nada parecido de mi viejo; para mí, oficial y extraoficialmente, ella, mi mamá, siempre fue la mujer de su vida. De hecho la dejó conmigo hacer lo que quiera. Hasta que yo la frené. Ahora la estoy jodiendo un poco, porque me puse en su profesión y recibo más halagos que ella. Pero es no cura nada, calma un poco, y eso está bien porque ésta es la época de los calmantes. Así que me perdí la otra parte, la de la hija. Fui muchas veces con mi hija al cine, pero no me pude acordar de eso que se acordó Lola, la cabeza en el hombro del papá. Siempre como mínimo íbamos los tres y nunca al lado de mi papá. No me inspiraba, creo. Ayer con G no pude, porque no tenía forros. Quería hacerlo igual pero yo me negué. Se ofendió mucho, no sé si vamos a tener otro encuentro. No quiso bajar a comprar ni tampoco dejó que yo bajara. Tenía una actitud de reproche ridícula, infantil, decía que igual nos podíamos hacer caricias. Pero yo quería que me la metiera. Hace mucho que no me la meten. El señor fue el último. Me dijo que lo mejor era que me fuera, y me fui. G valía el esfuerzo, 1,78 , buen calce (el íntimo también), lindos besos, cariñoso, afectuoso, contenedor con todas mis estupideces, una buena profesión que ama sanamente y que le reporta buenos pesos, sin hijos. Pero no quise. Primero pensé que con eso no se jodía. Después se me ocurrió pensar que había sido una excusa: el señor había aparecido entre el momento que salí de terapia y el que arreglé con G. No personalmente, me llamó. Me dijo algunas cosas se los chicos y yo les respondí. Y después se volvió a insinuar. Salvo que yo esté muy mal, él se insinúa. Escucha algo, como G el otro día que escuchó que yo volvía. Es un sonido de otro orden, como el que escuchan sólo los perros. Supongo que está en mis tonos, no sé, en algún lugar está; eso ya es seguro. Sentí que volvía a marcar el paso, por decirlo de una manera que se entienda; lleva la iniciativa. ¿Querés coger? No. Entonces no me importa, yo sí. ¿Ah, sí, querés coger?, entonces programemos encuentros semanales, yo qué sé. Tal vez sea lo único que él quiere, pero a mí no me suena. Me suena a otra cosa, a sentirse que sigue dominando la escena, no sé. No me suena a amor lo suyo, como no me sonaba el año pasado. A la idea que tengo del amor, que no sé si es la acertada. Pero es mi idea. Algo así como no interesa mucho lo que vos quieras, si total tenés mi amor. Con eso te tendría que alcanzar y sobrar, qué más querés. ¿Querés hacer tu vida? Bueno, está bien, pero amame. Y que no haya nada más importante que yo, en ningún momento. No quiero llorar, pero no puedo evitarlo.

martes, julio 25, 2006

Comment

Chequeo el blog y me estremezco: lo que no esperaba que ocurriese aunque me moría de que ocurriera, ocurrió: un comment. Casi tiemblo. Qué casi, temblé de verdad al leerlo. Gracias lola.Qué más puedo decir. Tal vez mi terapeuta tenía razón (y todavía la tenga) y esto de escribir haga bien. Hoy tengo terapia después de más de quince días. El comment va a ser uno de los temas, seguro, ya voy armando cosas en mi cabeza, aunque sé que eso nunca resulta, después termino hablando de cualquier cosa. Seguro que de G.

Volvió el señor

El señor (mi ex) se fue unos días a no sé dónde (en verdad sí sé, pero todavía no me animo a decir cosas que permitan descubrirlo) y me quedé sola con las chicos quince días. En mi estado (que no es de gravidez), un bálsamo: te ocupan tanto que no te dan tiempo a pensar en nada, en nada de lo que a una le interesan y la hacen sentir así, como parece que quisiera sentirse al decir de amigas y familiares, que no te lo dicen en palabras pero te lo demuestran a cada momento, dándote ayuda que no necesitás, no estando cuando las necesitás, o no siendo indicadas para lo que necesitás. De nuevo sola, escribo. Al terapeuta le dije qu no pude hacerlo por los chicos, y él se la creyó (hay cosas que yo nunca tomaría en serio de un paciente, pero ellos con creyendo esas mentiras parecen estar desarrollando una estrategia que nos va a conducir a la salvación. Bullshit). El silencio es aplastante, así que cargo el mp3 con Blur, Dylan y PJ Harvey. Linda mezcla pienso, mientras no puedo creer la caída que me imaginaba cuando los chicos se fueran pero nunca así, nunca así. En dos horas se fue a la mierda todo lo conseguido en quince días. En verdad no conseguí nada, pero yo creí que sí había conseguido. Un placebo. Si tuviera algún reemplazo... El lexapro no hace el mismo efecto, permite seguir funcionando, pero no sentir que una va a poder salir. Se vino todo quemadito el guacho, y yo preparándole la comida a los chicos porque si se los dejo a él sólo comen basura. En realidad es un buen padre, pero yo no lo soporto, no soporto nada a mi alrededor, aunque G me llamó y me dijo de ir a tomar algo esta noche, o ir al cine si quería. Pero ver a todos esos pendejos que por no ser mis hijos son de mierda, no me lo banco. G está bueno, es lindo, te da toda la contención que cualqueir tipo te da al principio para cogerte y después, con el tiempo o quizás con el conocimiento te deja de dar. Tengo que seguir el consejo de mi amiga M: cogé y dejate de joder. Creo que me falta eso.

miércoles, julio 12, 2006

No estoy sola

Gracias Lola. Te leo desde hace mucho y a veces, como esta, me hacés mucho bien. No estoy sola. La falta de Mundial me dejó muy vacía y tan sola como antes. Pero ya se pasará, como se pasa todo. Un tiro en la cabeza no está mal, pero estan los chicos, viste?, y la idea que se te hace de ellos preguntándose y acusándote de cagarles la vida, de haberte ido así sin avisar sin decir nada sin previo aviso como para que tuvieran una mínima idea, algo de lo que agarrarse por las dudas o por lo que sea, me pesa mucho. Yo no me animo. Por lo menos que no me acusen como yo acuso a mis viejos, que no son de Libra, como los tuyos, sino de de Acuario. Tal vez sea el mismo perro con distinto collar. También me hiciste acordar que me tengo que anotar en el segundo cuatrimestre de la facu, así que gracias doblemente.

martes, julio 04, 2006

Dóping

Lola está a las puteadas (Unfortunate Mammals Indeed Especialmente las imbéciles, como yo), tal vez cuando tenga el varón que le sugirieron cambie la cosa. No porque sea varón, sino porque será el segundo, y con el segundo todo cambia. El primero mío es varón, y está haciendo el curso de ingreso a un secundario, para lo cual tiene que hacer otro curso en donde le preparan para el curso. Otra de las imbecibilidades promovidas por algo que a Lola se le escapa: la socialización de nuestros hijos nos pertenece poco. Con toda esa parafernalia que nos asusta con que nuestros vástagos queden fuera de algo que todos dicen que es importante no se puede hacer frente. El pobre chico ve que todos los demás están haciendo un curso, que sus familias les están encima, que toman esto como un asunto familiar y entonces no queda otra que mandarlo al curso para el curso para que entre y después no se siente frustrado y reproche de por vida que nosotras, por algún motivo, no hicimos el esfuerzo. Una mierda. Encima madres con las que te viste todas las semanas que tus hijos compartieron el primario no te avisan que cierra la fecha de inscripción al curso del curso así sus hijos tienen menos competencia. Más mierda. Me hace acordar a un entrenador mío que hablando del doping me dijo una vez: si estás en una final olímpica y la del andarivel uno tiene enema de aire, la del dos transfusión de sangre, la del tres un complejo vitamínico que en verdad son hormonas, y así sucesivamente hasta vos, ¿vos no tomarías nada? Entonces todas terminamos dopándonos de alguna manera. ¿Para qué mierda lo mandaste a una escuela que creías que iba a ser mejor para su futuro si en el futuro tenés que mandarlo a hacer otro curso porque lo de la escuela no le alcanza? Y en verdad no es que no le alcanza, sino que los exámenes para ingresar tienen ciertos trucos que no te enseñan en la escuela, entonces tenés que hacer el curso para aprenderlos y así sentirte confiado. Porque todo se resume a eso, a la confianza, a convencerte que podés entrar. Un poco como el Mundial: tenés que estar convencido de que le podés ganar al otro, como Alemania con Argentina, por más que juegue pésimo. Y ahí está Lola, con su ira. Y lo de la abuela (la madre de Lola) no está tan mal. Las abuelas están para eso, aunque si facturan es otra reverenda mierda que hay que bancarse. Porque lo que queda en el medio es el vástago. Es como cuando los chicos vienen con la pregunta de dónde vienen y vos te ocupás de explicarle más o menos científicamente el asunto: ahí te das cuenta que dios tiene más adherentes por comodidad que por convicción: le decís al chico que lo hizo dios y listo, te ahorrás el problema. Como con esto: un poco más de guita para que la nena tenga su disfraz de paisanita y no se sienta diferente a los demás. Si no es así es después en el psicólogo (que igual lo vas a tener que pagar), así que la guita te la sacan siempre. Lo mismo que las ganas y la autonomía en cuanto a lo querés que sea la educación de tus hijos. A mí tampoco me apasiona toda es boludez. Pero la modernidad inventó un mundo según la estadística, o sea según la media: el ginecólogo te dice lo mismo que le dice a cualquier embarazada, salvo que preguntes; los colectivos son para gente como nosotras, de estatura media y peso medio, no para gente bajita como los chicos y con problemas de movimiento como los viejos; ni que hablar de los discapacitados. Los médicos te recetan de la misma manera. Y si un tipo se comió dos pollos eso quiere decir que dos se comieron uno cada uno, y todas sabemos que no es así, pero la estadística funciona así. Lo peor es que todas esa madres y padres con los que nos cruzamos a la salidad de la escuela o en los actos pedorros que hacen se muestran convencidos de que todo eso a ellos no los afecta y que se manejan con la autonomía que nosotras sentimos avasallada. Como si fueran más piolas, más inteligentes, más fucking no sé qué. Te llenan de impotencia. Todo muy feo. Y encima afuera del Mundial. Me voy a ver Italia-Alemania.

lunes, julio 03, 2006

72 segundos

Ya no quedan cosas para leer sobre el Mundial, menos para escuchar o ver: TyC y el resto repite fragmentos aburridos de Argentina-Alemania y entero Brasil-Francia. También pasan imágenes desde Brasil, su bronca y nuestro conformismo. El retiro de Abraham (agradecimientos) es una pena, Quintín no ilumina (lo había hecho en varias ocasiones durante el Mundial). Queda mañana a las cuatro de la tarde ver a Francia, hinchar por el equipo del técnico mitad intelectual, mitad actor cómico, una especie de Groucho Marx más que de Peter Sellers, como le dijo Nelson en TyC. Para nosotras queda poco, tanto varón triste con este día gris que sólo invita a la nostalgia y a la desazón, al desgano, a la tonta idea de volver a un refugio, cualquiera sea éste con tal de no sufrir más dolar ni soledad. Ayer me imaginaba a las mujeres de los jugadores: pobrecitas. Próximamente viene el mundial de basquet, es juego que tuvo un entrenador que le dijo a sus dirigidos que quien no sabe ganar merece perder después que dejaron escapar un partido en apenas 72 segundos, tal vez la misma cantidad en la que la selección de fútbol mostró su susto y posibilitó su gol: Maxi cabecea al corner una pelota que podía haber despejado sin probelmas hacia el medio, el Pato Abondanzieri le dice qué haces y Ayala lo mira con cara de no boludeemos. Viene el corner y se lesiona el Pato, aunque fue sólo un golpe y no una quebradura como la que dejó afuera a Pumpido en Italia 90. Después vienen los cambios y el miedo ya es pánico. Un ataque de pánico tuvo la Argentina. Me hace acordar al que tuvo River en la copa libertadores que lo dirigió Pellegrini, el técnico del Villarreal de Riquelme. En quince minutos le hicieron tres goles y quedó afuera de una gran oportunidad, después de 17 partidos invicto. Cosa e'mandinga, decía un personaje de historieta argentina que no me acuerdo quién es. Pero pasa todos los días. No quiero escribir más de fútbol, pero no hay otra cosa sobre la que escribir. Tal vez el final del Mundial me anime a alguna otra cosa.

domingo, julio 02, 2006

"La idea es que, como contra España, este partido sea una de las páginas más bellas del Mundial y que en cinco o diez años se diga: 'Queda esto'. Que la gente guarde en su memoria un gran momento de fútbol, es para mí lo más importante." Vaya una a saber por qué la dijo, pero lo cierto es que en medio de tanto resultadismo y defensa de lo poco en vez de búsqueda de lo mucho, Raymond Domenech lo dijo. Gran osadía esa de querer quedar en la memoria, en la historia de los mundiales, como todavía hoy quedan el partido de Francia-Brasil del 86, como quedan las selecciones de Brasil y Francia del 82 más que la del Brasil 98, incluso que la del 2002. Un diario financiero inglés, escuché decirle a Maxi Montenegro en la radio, volteando mitos de los mundiales, dijo que la gente se acordaba más de la Holanda que de la Alemania del 74. Todavía hay algunos hombres que quieren quedar en la historia, en el recuerdo de los demás. Con esa ilusión entregaron el mejor partido del Mundial, aunque por la demostración francesa, no por el avaro marketing brasilero. Con esos anteojitos Domenech tiene pinta de intelectual, casi la inocencia de Clark Kent. Tal vez anuncie una época de reivindicación de la especie. ¿Se acuerdan que en el 86 jugaba el intelectual Valdano y que junto a Diego, Sócrates y otros jugadores dijeron que querían hacer un sindicato para pelear por los derechos de los juegadores, entre ellos lo de no jugar a las 12 del mediodía porque la televisión así lo pedía?

Cambiar el caballo a mitad del río

De lo mejor de lo leído y escuchado hasta el momento: el rechazo de lehmann. Algo parecido a lo mío de Ambición. Pero sigue sin haber reproche. Hay una cosa muy argentina de creer que todo es factible de ser pensado y ejecutado a la perfección, que todo tiene arreglo. El mundo es un quilombo y en todos lados actúan con la misma miserabilidad que acá, pero nosotros creemos que no. La mano de Ballack similar a la que le cobraron a Crespo en el primer tiempo no fue nunca repetida por la televisión alemana, una confesión mayúscula. Y luego de ver cómo se fue Brasil, la tristeza del inicio se transformó en bronca. Un mundial ganable, como dijeron varios. Y nosotros teniendo que esperar a Sudáfrica, en donde seguro que Brasil no será éste y tratará de lavar su afrenta con otro título. El mensaje de Pekerman desde el banco (un cambio siempre es un mensaje al resto del equipo), fue que había que armar ese 4-4-2 con el que se terminó el partido, pero un 4-4-2 para un tipo como Cruz, al que hay que rebolearle la pelota y no dársela al pié, o sea que hay que dársela a dividir, todo lo contrario de lo que había hecho la Argentina hasta poco después del gol. Un mensaje que no tenía nada que ver con lo que se había buscado desde el primer partido, tal vez desde la primera vez que dirigió Pekerman. De hecho armar un equipo alrededor de Riquelme así lo confirmaba. A cualquiera desconcierta semejante contradicción. No hace falta ser un nene para desconcertarse. Como también dijo la ciencia maldita aquí rollo, pekermanista de la última hora, no podés cambiar en el momento crucial de un campeonato el 3-4-1-2 que venías usando para pasar a un nunca trabajado 4-4-2. Pero a esos cambios varoniles las mujeres estamos acostumbradas: cuando esperabas que todo fuese como nos habían demostrado hasta el cansancio que había sido, resulta que era distinto. Como decía mi papá: no se puede cambiar el caballo a mitad del río.

sábado, julio 01, 2006

Ambición

Supongo que al igual que muchos leí, escuché y vi todo lo que pude como una forma de mitigar la tristeza y la desazón. Escuche a una señora que por tener el título de psicóloga y ser titular de no sé qué asociación de esas que se arman para ganar poder a través del prestigio y prestigio a través del poder, sonreír socorronamente por la pena que asolaba al país, especialmente al país masculino. El destrozo de mi hijo me hizo putearla: qué mierda se tenía que burlar de su estado de ánimo. No hay derecho. Fue una nota en Telenoche; el psicólogo en cambio habló bien, dijo que los duelos son así, simplemente se pasan, se transitan, es como el único camino que nos lleva a la dirección que vamos. Después no hubo más: los malos cambios, Riquelme sin acierto, el Chavo Fucks enojado con todos porque decía que no se jugó un gran primer tiempo, simplemente se tuvo la pelota pero la jugada de riesgo fue de Alemania. Tiene razón. Lo superó tácticamente como había sido superado por México, y finalmente sucumbió como le sucedió a México. Aunque yo creo que México sólo quería hacer un buen papel, y si ganaba mejor, pero ése no era su objetivo. En cambio Argentina quería ganar, pero no supo cambiar a tiempo. O mejor dicho cambió mal. Nadie es infalible, y el tipo que había acertado en los cambios para llegar hasta ahí, en los que no podía equivocarse porque no había reparación posible, se equivocó. Pasa en las mejores familias. Pero él dijo que era muy prudente, y a nosotras, por lo general, los tipos muy prudentes no nos convocan. Al menos a las mujeres como yo. Les falta ambición, ese toque de locura que después trataremos de pisotear porque vivir todo el tiempo así es el infierno Maradona. Así como hay que saber bajar un cambio a tiempo hay que saber acelerar cuando corresponde. Y ahora que la escribo me doy cuenta que Pekerman habló de algo que no correspondía, como si el fútbol, eso que los hombres tipo Fazzini no se cansan de comparar con la vida, fuera algo en lo que siempre hay que hacer lo que corresponde. A mí no me parece: no se puede renunciar a cruzar por la mitad de cuadra incluso cuando no pasa ningún auto. Pero con el resultado puesto es fácil. Aunque veo que los varones mucho no se animaron. Ayer vi a Saja en TyC, el arquero de San Lorenzo, y dijo varias cosas interesantes, que incluían críticas respetuosas a Riquelme (no estuvo como todos esperábamos que estuviera) y todos sabemos lo difícil que es criticar a colegas. Así que parece que todavía quedan hombres. Veremos cómo siguen ellos este juego de virildad que a mí tanto me gusta, y a mis amigas les gusta mirar cuando hay un mundial porque dicen que hay jugadores más lindos, especialmente los tanos. Aunque más que nada porque en ningún lugar nos dejan ver la novela que queremos y estamos obligadas a ver tipos corriendo detrás de una pelota. Lástima. Pena por Crespo, tanto tiempo esperando para esto. Lástima Pekerman. Lástima especialmente Riquelme. Creí seriamente que sabrían dar el salto a la grandeza. Pero bueno, eso también alguna vez lo creí de mí. Así que no hay reproche.

viernes, junio 30, 2006

Saber ganar

Quise leer qué decían en Tp pero no había nada; también me fui a Ciencia maldita, y nada. Y es lógico, a los varones les pesa más que a nosotras, aunque igual nos pesa. ¡Y cómo! Verlos así, desfallecientes, sin ganas de nada y menos de pasar un momento con nosotras, más que bronca da cierta pena. Está bueno para entender cómo se puede sufrir por cosas que no merecen sufrimiento. De paso podemos decirles que no nos digan nada cuando sufrimos por algo que no entienden. Ya que los veo tan desconcertados, tan frente a cosa inexplicable, voy a apelar a mi recuerdo en cuestiones deportivas, que supongo que es considerable, al menos respecto a mi género (ya que hoy todo es una cuestión de género). Cuando el seleccionado argentino de básquet perdió un partido (no me acuerdo contra quien) en el preolímpico de la Olimpíada que después ganaría, su técnico, del que tampoco me acuerdo el nombre, dijo La Nación que les dijo a sus jugadores en el vestuario después del partido (que en apenas minutos se lo dieron vuelva después de una diferencia importante): quien no sabe ganar, merece perder. Y la Argentina de hoy no supo ganar. Es claro, me parece, para cualquiera. Especialmente por no haber puesto a Messi. Después en la conferencia José se autodefinió como un tipo muy prudente. Más claro agua. No, no fue cobarde, ni tampoco le faltó valentía. De hecho la tuvo en la formación de todos los partidos y en el planteo de cada uno, incluso en cómo jugó su equipo. El problema es que cuando sos muy prudente ves el partido de José: creer que el 1 a 0 es manejable y mantenible y que sólo es cuestión de poner a los que lo mantienen sin necesidad de dar el sablazo final. Messi era el sablazo final. Hay algo de relación Menotti-Maradona en esta de Pekerman-Messi. Al nene se lo vio muy ofendido en el banco. No es para menos. Tal vez para el próximo Mundial haya que armar un equipo alrededor de Messi, como Bilardo hizo hace más de 20 años alrededor de Maradona.

Ahora

Yo tampoco pude dormir (viernes 3am), pero después que resulta que sí podía: me dormí enseguida. Me levanté antes que sonara el despertador y me bañé. Todo tranquila, hasta que vi que Nalbandian perdía los dos primeros sets y me puse con la previa, que me puso más ansiosa. Esperaba que me hubiera escrito alguien, ya que como dijo Gantman en la R&P este es el mundial del blog. Pero no lo hizo. Sé que tengo que controlar mi ansiedad, como me dijo el terapeuta, pero no puedo. Así de simple, no puedo. Y cuando no se puede, no se puede. Y admitirlo creo que tiene cierta valentía. Después de todo una no es la genia que creía ser. Yo por lo menos no. Me hubiera gustado ser otra cosa de lo que soy, pero no puedo. Alguna vez sí pude. Eso va a volver, dicen todos, es un tiempo, el tiempo de duelo que lleva una separación después de mucho tiempo de pareja. Bulshit. ¿Quién te devuelve el tiempo? ¿A quién le interesa el después si no tiene el ahora? Bueno, esto a nadie le importa, y menos antes de Argentina-Alemania. Voy a comprar cigarrillos un poco antes de que empiece el partido, igual que hice el antes del partido debut, el mismo día que David abandonó la seminifinal de Roland Garros contra Federer. Me voy a poner crema y voy a bajar. Y disfrutar de este ahora, que dentro de poco se acaba, ¿qué voy a hacer en unos días sin mundial? Mis amigas van a llamarme para festejar, y yo quisiera, pero la algarabía general me hace mal. Una me dijo que estaba fóbica. Yo qué sé. Puede ser. Tal vez además de un blog necesite pastillas. Me gustaría tener el entusiasmo de los varones, esa obnubilación que los atrapa y los hace felices aunque sea por un mes. Me gustaría comprarme un Berlingo, que la publicidad dice que es para los siempre la quieren pasar bien. Y aunque todos sabemos que eso es imposible, no dejamos de pretenderlo, exigirlo y quererlo.

Recomendación

En realidad fue una orden: o te abrís un blog, o te medico, y como yo tengo cierta cosa con las pastillas, le prometí que abriría un blog. Él dice que es terapéutico, a mi me da un miedo bárbaro. Más que ir al psicólogo (que también es psiquiatra). Como hace unos años que estoy y ya tengo experiencia, de alguna manera me las rebusco. Pero parece que se dio cuenta, porque el otro día estuvo muy duro. Con mis amigas es más fácil: no las escucho y listo. Pero no que hago oídos sordos, hablo yo todo el tiempo de lo mal que estoy y no me llaman más. Es fácil. El otro día me llamó una, entusiasmada por el 6 a 0 a los serbios: vamos a festejar, me dijo. Estaba reentusiasmada ella, convencida de que esa noche cogía. Pero yo no tenía ganas de coger, así que le dije que no, que al otro día había más partidos y había que levantarse temprano. Por suerte lo de México no fue para la euforia. ¡te imaginás un sábado con un partido como contra los serbios! No llamó nadie, así que yo feliz. Para mañana (bah, hoy, dentro de un ratito nomás) tengo un pálpito (como decía mi papá), pero no lo voy a decir porque si no se llega a dar voy terminar tomando pastillas.