miércoles, junio 18, 2008

Un mañana

Creo que me parezco a Lola, o al menos eso quisiera. Hace rato que no postea, y yo me tomé mis semanas. Semanas de dicha, sí. Con mucho sexo, y más placer. Con N curtiéndome de lo lindo, y bien, con picos de muy bien. Supongo que llegará el excelente, aunque conociéndome no me parece una buena recomendación: me seguiría gustando? Vivir en las nubes tiene estos inconvenientes: una sabe que apenas llega a la cima, después todo es bajada. Y aunque Mariana Enríquez haya dicho hace años otra cosa, a veces bajar es lo mejor. Con N lo fue. Fue lindo y lo sigue siendo.
El problema del amor a esta, mi edad, son las resignificaciones. Tanto como si para atrás fue bueno o fue malo, lindo o feo, placentero o doloroso, siempre, siempre, es para peor. Si fue lindo ya nada podrá superarlo: la juventud es así, con sus hormonas se lleva su frescura, entonces una cae en la cuenta de que no se repetirá. Si fue feo, igual pero al revés: cómo haber errado de semejante manera, y cómo, del error, surgieron dos hechos extraordinarios que te hicieron otra persona, y por lo general esa otra persona que te hicieron es mejor que la anterior; cómo del error hubo dos hijos maravillosos. El Señor resolvió todo de una buena vez, agarrándose el bicho: clausura total de la posibilidad de la algarabía, el HIV siempre estará recordando en qué lugar está parado. Yo me sigo complicando, como siempre me gustó hacer. Pensé que la nueva complicación que me buscara me daría el fascinante éxtasis de las anteriores. Pero no, me lleva a repensar todo y descubrir cosas que, más que mal, me duelen y me lastiman. Y así, en el dolor, es difícil entender, porque es difícil pensar. Hacia allá lejos, hacia los años en que conocí al Señor me lleva N. Y me hace preguntar por qué no lo pude haber conocido en aquel entonces en vez de al Señor Pero no lo puedo desear: su condición de posibilidad implica que ellos dos, los maravillosos errores del error, no existan. Sin solución, lo mejor es seguir. Y esperar que Un mañana, como dice Spinetta, depare aquello que tanto se buscó ayer, y pese a todos los esfuerzos, no se encontró.