miércoles, septiembre 20, 2006

No me sale

Evidentemente no sé postear. Aunque mi psicólogo insista, no puedo, siempre pienso que tengo que escribir algo trascendente, que valga la pena y no sé qué ocho cuartos, como decía mi papá. Pero no me sale. Hay que hacerlo más seguido y por cosas más boludas que a veces dicen más y mejor de nosotras que las serias y adustas que son las únicas que me salen. Eso es lo que quería decir, que no me sale. Algunas amigas me dicen que ya me saldrá, como lo de un hombre. Pero yo no creo.

jueves, septiembre 14, 2006

Torsos

Se vino el sol y con él los problemas: la gente se desnuda, se muestra, se los ve en los balcones tomando sol, su hormonas fluyen en el aire y yo con la más chica, que ama a su papá y no sé si me va dejar que alguien se me acerque y me diga algo lindo o sólo se acerque para ver qué pasa, halangándome ya con su cercanía, sintiéndome de interés para alguien luego de tantos meses de desinterés para todos empezando por mí misma. Ella lo mira, lo juzga, lo sentencia al destierro si siente la competencia y al olvido si ve en mí el mismo estado de estos últimos meses cuando nadie se me acercó porque repelo. Pero en la plaza nadie se acerca, ellos están con uno o con dos, y hablan por teléfono, se desnudan el torso, peludo y con músculos marcados pero sin trabajo; ellos están ahí para que yo los aprecie y los desee, aunque yo sólo los aprecio: ella, mi juez, pide hamaca, chupetín, pochoclo, maíz para las palomas, tobagán, trepadora y siempre dice, grita, exclama mamá mamá mamá sin olvidarse que cuando vino con papi hizo esto, aquello y lo de más allá porque papi la deja y la sube, la baja, la lleva, la trae, la ayuda y papi tiene fuerza como parece tenerla ese que miro y no me mira porque ella dice, grita, exclama que papi y mami y el hermano y ella un día vamos a ir a no sé dónde. Y él se va.

viernes, septiembre 08, 2006

Más Lola

Groso, y hermoso esto de Lola. He aquí un secreto: Lola juega. Juega a ir a la facultad, juega a ser mamá, juega a ser pareja, juega a ser abogada, juega a ser mujer. Ese es su principal encanto, de Lola. Ella es mucho más seria que nosotras, las que nos tomamos en serio. Jugar es mucho más serio que cualquier cosas. Miren a sus hijos, y si no acuérdense de cuando eran chicas. Nos ofendíamos si no ganábamos, pero más nos ofendía la poca seriedad con la que se tomaban nuestros juegos no competitivos: lo peor que nos podían hacer era no respetar nuestras reglas: vos sos la mamá, él el papá, yo la tía; yo soy la doctora, vos el bebé, ella la enfermera. Guay! de que alguien nos discutiera. Nuestras reglas eran inapelables, y el placer infinito: pura y exclusivamente si todos los protagonistas del juego se lo tomaban tan en serio como nosotras; si no era pelea segura. No importa que Lola sea menos, sólo o más que justlola. Lo lindo, gratificante, entusiasta y liberardor es que Lola juega, Lola es libre.

jueves, septiembre 07, 2006

Virus

Estoy con el pijama que me compré cuando todo se venía abajo y desesperada quería seducirlo, mostrarle que también podía ser sensual, perra. Me negaba a ver que cuando todo se viene abajo no hay nada que lo detenga; él también, es verdad, pero eso no me pone mejor. Escucho a los Tindersticks, descubiertos cuando ya la crisis estaba instalada pero parecía parte de la vida que nadie te explica que es así y que por eso mismo suponés que de eso se trata la vida y te introducís en ella con naturalidad, como si no hubiera otra posibilidad. En cambio el virus que me inoculó lo llevaba desde hacía rato, prácticamente desde el principio, tal vez de lo contrario no lo podría haberlo amado. El virus todavía perdura y no me lo puedo sacar, se activa cada vez que tengo ganas de despegar, de liberarme del lastre, de sentir que se puede intentar algo distinto al dolor. Vuelve en forma de otro hombre que me dice que no, al que dejo que me coja pero no quiere abrazarme después, ni hacer cucharita, ni dormir conmigo. Vuelve en el que me habla pero después no me habla más, incluso pese a intentar no seguir los cánones y llamarlo yo, incluso siguiendo los cánones y no llamándolo. Vuelve en una canción de Tindersticks y también en una de Tom Waits, en una de Radiohead y más en una de Calamaro, en una de Oasis y ni que hablar en una de Estelares. Está ahí como estaba en los Manos del Eternauta, que se les activaba cada vez que tenían miedo. A mi se me activa cada vez que no sufro más por él, y me mantiene irremediablemente viva para que siga preguntándome cómo pudo hacerlo, cuál fue el motivo de responsabilizarme del final cuando me maltrataba a diario, cómo no se le ocurrió que lo dejé para ver si de una vez por todas me escuchaba, qué mierda le pasa por la cabeza para no poder quererme.

viernes, septiembre 01, 2006

Contigo aprendí

De él aprendí la minucia, el valor de lo imperceptible salvo porque duele, a conducirme en la calle abajo del auto, arriba del auto, en bicicleta, con los chicos o sola. De él aprendí que el sexo puede ser feo porque alguna vez fue fantástico, y que nada moja más que una caricia de las manos por las que te sentís amada. De él aprendí que el dolor es vitalidad porque si te pinchan y no te duele estás muerta, y que esa forma de aprenderlo es la más vil pero la única indeleble. De él aprendí que podés amar a alguien que nunca te va a amar como vos necesitás y deseás que te amen, pero que siempre te das cuenta tarde porque si te dieras cuenta temprano jamás amarías. De él aprendí a ser lo soy, una miserable que no puede hablar con un varón, que los espanta, que les huye, les teme, los odia, los desea y los aleja con la misma entrega. Sí, lo que soy se lo debo: esta mujer a la que sus amigas ya no le presentan varón porque las citas terminan mal, con menos amistad de parte de sus amigos, a veces ya sin amigos; algunas amigas ya ni siquiera hablan, otras apenas chatean, la mayoría sólo manda mail. Del otro lado del planeta él brilla, y yo me alejo más del suelo también.