lunes, julio 31, 2006

Óxido

Escribo porque si no el terapeuta me va a decir algo, hasta me puede regañar. Salí con G y pasó lo que tenía que pasar: nada; o sea, sí sexo, pero nada, ni un atisbo. Después me saqué las ganas en un fin de semana de mierda, en el que dormí todo el tiempo pero con culpa, miré películas con culpa, me masturbé con culpa. Con G. (para sacarme las ganas con las que me había dejado). Pero también con el señor. No me lo puedo sacar de la cabeza, está en todos lados. Hasta cuando me llaman los chicos, está. Pensé que iba a ser más fácil. No mucho, un poco, pero más fácil. Era mentira. Siempre todo lo pensado antes resulta mentira después. Es inevitable. Y una hace según el antes, es imposible hacer según el después, porque es el después de ese antes el que lo hace después, y porque no sabe el después y porque si supiera el después no haría el antes. Así estoy, sin poder encontrarle una salida al laberinto. El tiempo, sí, todas me dicen lo mismo; algunos de ellos también me lo dicen. Pero, perdón por la negativa, el tiempo que pasó el que viene no te lo recompensa. Y esa ansiedad te corcome, es como el óxido, que sin que te des cuenta se empieza a instalar y cuando tenés que sacarlo es un laburo bárbaro; a veces ni siquiera lo podés sacar del todo. No quiero llorar más, no quiero llorar más. No quiero llorarlo más.

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