De él aprendí la minucia, el valor de lo imperceptible salvo porque duele, a conducirme en la calle abajo del auto, arriba del auto, en bicicleta, con los chicos o sola. De él aprendí que el sexo puede ser feo porque alguna vez fue fantástico, y que nada moja más que una caricia de las manos por las que te sentís amada. De él aprendí que el dolor es vitalidad porque si te pinchan y no te duele estás muerta, y que esa forma de aprenderlo es la más vil pero la única indeleble. De él aprendí que podés amar a alguien que nunca te va a amar como vos necesitás y deseás que te amen, pero que siempre te das cuenta tarde porque si te dieras cuenta temprano jamás amarías. De él aprendí a ser lo soy, una miserable que no puede hablar con un varón, que los espanta, que les huye, les teme, los odia, los desea y los aleja con la misma entrega. Sí, lo que soy se lo debo: esta mujer a la que sus amigas ya no le presentan varón porque las citas terminan mal, con menos amistad de parte de sus amigos, a veces ya sin amigos; algunas amigas ya ni siquiera hablan, otras apenas chatean, la mayoría sólo manda mail. Del otro lado del planeta él brilla, y yo me alejo más del suelo también.
viernes, septiembre 01, 2006
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1 comentario:
Contigo aprendí la inadecuación.
Supongo que decir que "muy lindo" es poco feliz. Pero bueno, eso.
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