domingo, julio 02, 2006
"La idea es que, como contra España, este partido sea una de las páginas más bellas del Mundial y que en cinco o diez años se diga: 'Queda esto'. Que la gente guarde en su memoria un gran momento de fútbol, es para mí lo más importante." Vaya una a saber por qué la dijo, pero lo cierto es que en medio de tanto resultadismo y defensa de lo poco en vez de búsqueda de lo mucho, Raymond Domenech lo dijo. Gran osadía esa de querer quedar en la memoria, en la historia de los mundiales, como todavía hoy quedan el partido de Francia-Brasil del 86, como quedan las selecciones de Brasil y Francia del 82 más que la del Brasil 98, incluso que la del 2002. Un diario financiero inglés, escuché decirle a Maxi Montenegro en la radio, volteando mitos de los mundiales, dijo que la gente se acordaba más de la Holanda que de la Alemania del 74. Todavía hay algunos hombres que quieren quedar en la historia, en el recuerdo de los demás. Con esa ilusión entregaron el mejor partido del Mundial, aunque por la demostración francesa, no por el avaro marketing brasilero. Con esos anteojitos Domenech tiene pinta de intelectual, casi la inocencia de Clark Kent. Tal vez anuncie una época de reivindicación de la especie. ¿Se acuerdan que en el 86 jugaba el intelectual Valdano y que junto a Diego, Sócrates y otros jugadores dijeron que querían hacer un sindicato para pelear por los derechos de los juegadores, entre ellos lo de no jugar a las 12 del mediodía porque la televisión así lo pedía?
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