miércoles, diciembre 26, 2007
No habrá ninguno igual
sábado, diciembre 22, 2007
Ellos
Ayer no pude ir a ver a Soda por ellos. Siempre es por ellos que no podemos hacer lo que queremos. Ellos son cualquiera. Todos. Cambian según el lugar, la circunstancia, el motivo. Siempre hay un Ello, como descubrió Oesterheld en El Eternauta. Los hijos, los padres, el señor, las amigas, el jefe, la corporación, el sistema, siempre somos ell@s y nosotr@s. No importa el género, no importa si estás abajo o arriba, si cogés bien o mal, si te gusta bajar o que bajen. No importa nada, siempre habrá un ellos. Y están desde que tenemos memoria. Se pusieron ahí, en algún lugar de nuestra cabeza, y perduraron. Y perdurarán por más que descubramos todos y cada uno de sus escondites, formas, metamorfosis, porque cada vez que lo hagamos cambiarán de lugar, mutarán, se disfrazarán, harán lo que sea para perdurar, incluso hacernos creer que no fueron ell@s, sino nosotr@s. Algun@s incluso no se irán con nosotr@s, como un virus se contagiarán a otr@s y sobrevivirán a nuestra muerte. Alguien los puso ahí para eso, para que intenten la inmortalidad. Quiénes habrán sido, sino ellos.
martes, diciembre 18, 2007
Belmondo
Una amiga me preguntó por qué no posteaba. No tengo ganas, le dije. Toda la verdad del mundo, si es que a esta altura de la vida una puede decir la verdad. En realidad nunca pudo, pero en algún otro momento de la vida creyó que lo decía. Al borde de los 40 ya no me creo esas cosas. Ni muchas otras, claro. Por ejemplo, que mi mirada cambie de foco y comience a ver cosas que no le interesan. Hay algo que me dice que ya no quiero hacerlo. Especialmente el hecho de que no haya hombre con el que pienso que me puedo levantar. O sea, como aprendí en Sin aliento de boca de Belmondo (fantástica boca de labios carnosos, para dar esos besos que por lo general tanto nos gusta, los que nos hacen sentir protegidas, queridas, importantes, esos besos que le sacamos a todos los hombres para ver si les interesamos, y que antes o después, en el sexo, al besar nuestro pezón nos hacen subir eso que a falta de mejor nombre llamamos cosquilleo y nos contrae por dentro, dotándonos de una fuerza superior para abrazarlo con todo contra nuestro pecho, soñando y viendo, y que por ver soñamos, que su boca juega con nuestro pezón): lo importante no es llevarse una mujer a la cama, sino despertarse con ella. Más de dos años parecen ser tiempo suficiente como para considerar que tomé una decisión. Y que será muy difícil revertir.
lunes, diciembre 10, 2007
Qué se le va hacer
Nunca me va a gustar el pasado en vez del futuro, aunque sea el pasado lo único que extrañe en mi vida, y lo único que sé que me hizo y me hará feliz.
sábado, diciembre 01, 2007
Erotismo
Así tiempo que no veía tamaña falta de erotismo. Ni siquiera en una fiesta de sala de cuatro, cinco, tres o dos hay semajante falta de erotismo como entre gente cercana a los cuarenta o ya con ellos, en pareja y con hijos, aunque sin ellos presentes, porque viste, cómo llevarlos a una fiesta así, si vamos a bailar y tomar alcohol; los chicos habrían sido una buena excusa. Tendríamos algo en qué amparar nuestra falta de deseo sexual, nuestra falta de deseo en cualquier otra cosa que no sea lo que hacemos todos los días: contar lo que hacemos todos los días hablando de la falta de entusiasmo que tenemos todos los días y de las fobias que nos crecen todos los días. Ese mundo insoportable repleto de gente insoportable jamás permitiría el sexo en cualquiera de sus manifestaciones, empezando por el de la sugerencia, que es el que abre las puertas de la percepción y pudre la armonía vetusta del todo tranqui, todo liso. Todo muerto. A tal punto hay programas propios que corren en segundo plano ejecutando eso que si nos diéramos cuenta que hacemos nos daría asco de nosotras mismas, que la agasajada en cuestión pidió que los tragos que un par de chicas, a la manera de las fiestas cool, preparaban en una mesa, no tuvierana mucho alcohol. Mirá si después tenemos que llevar alguien a su casa (o a la nuestra, en caso de ser pareja) o, lo que es peor, nos tenemos que bancar a varios de ellos queriendo coger, no tener sexo, menos hacer el amor, sino coger a las tres, cuatro de la mañana, alcoholizado, algo bestial e irrefanable en sus ganas de ponerla. Y por eso están juntos: no cogen, aunque duerman juntos y a veces se las metan. Y sobre todo porque ninguna de ellas tomaría una copita demás y, en ese estado algo alterado, volviera a sentir algo parecido a lo que alguna vez sintió por eso que la acompaña, y lo manoteara con sensualidad, deseosa, llena de erotismo.