"Hoy leía una nota de Beatriz Sarlo en La Nación en la que analizaba la situación política y me extrañó que entre sus consideraciones omitiera mencionar la alegría que una mayoría de la ciudadanía argentina se proporcionó a sí misma el 28 de junio". Je, es llamativo como algunos se sorprenden porque otros que se le parecen no piensan como ellos. O no digan lo mismo. Y más sorprende cuando se autodenominan republicanos y democráticos.
También sorprende que gente que se ve a sí misma de esa manera festeje con algarabía lo que la otra buena señora se contiene de hacer y no piense ni por un segundo que el equivocado puede ser él, Quintín, quien es quien firma, y no Sarlo. En los últimos años, especialmente a partir de la fuga de De la Rúa con un tendal de 25 muertos, empecé a tener la sensación de que el progresismo argentino es así: le parece que el autoritarismo puede ser bueno si es propio, pero criticable si es ajeno. Porque después de todo este señor no elogia ninguno de los puntos del análisis de la buena señora, sino que objeta el único que a él le parece importante.
El mundo real, hasta la gripe A se había convertido en un territorio más habitable que la blogósfera, geografía que prometía una bonomía que finalmente no concretó. Ahora que hay que volver, y por algo más que por la gripe A, la desolación se siente el doble.
viernes, julio 03, 2009
jueves, julio 02, 2009
Pija
La negra Vernaci dice que si dejás a tu hijo por una pija sos una hija de puta. Que no hay nada más importante que tu hijo. Y dice que te lo dice ella, que de pijas sabe mucho, o conoce bastante, para el caso es lo mismo. La Negra miente: si alguna vez no sintió que dejaría todo por un pija todavía no conoce las pijas como hay que conocerlas. Como dice Charly en algunas de sus tantas frases encantadoramente aterradoras: sólo el amor te marca, y más que la sangre.
No me voy a meter a defender a la mina que se fue de Mar del Plata a laburar a Buenos Aires y no apareció más, hasta que, dice el marido y padre de la criatura afectada, que la vieron juntos en un spot publicitario de un partido político para la reciente campaña. Me voy a permitir dudar: yo no conozco tantas pijas. Más bien pocas. Ninguna me gusta como la que conocí hace poco: una alegría melancólica de cuánto me perdí. Ni siquiera sé si por no haber probado más, nada te garantiza que la cantidad te traiga la pija perfecta, la que te puede hacer perder, la que te puede mantener en un orgasmo incluso vestida. No tengo el tupé de la Negra Vernaci. Por eso ella conduce un programa exitoso, está llena de guita, hace más o menos lo que se le canta el orto (eso da a entender) y yo apenas tengo un blog. Y tengo hijos. Hijos que se van porque esa es la ley de la vida y no hay vuelta que darle: no seré lo más importante para ellos en un futuro no muy lejano, cuando ellos conozcan la concha y la pija, respectivamente, que les cambie la vida para siempre. Mucho más de lo que se las puede haber cambiado yo, por más que, casi seguro en ambos casos, perduraré en ellos incluso después de muerta.
Y para Rolón, ese que la da de sabelotodo por más que sólo sepa de psicología, pscionalísis y alguna cosita más, como casi todos sabemos de algunas cositas pero no de todo, vendría bien que leyera más divulgación científica, lo puede desasnar un poco. El hombre tiene instinto, así como los animales tienen cultura. Una cosa no quita la otra, más allá de lo más desarrollado que se tenga. Por algo existen las estadística Rolón: para saber cómo funciona el ser humano en determinadas circunstancias y ante determinados estímulos; lo mismo que los animales, aunque tal vez menos. Somos tan mensurables como ellos.
Nada buscamos tanto como una pija. Incluso para que nos dé hijos.
No me voy a meter a defender a la mina que se fue de Mar del Plata a laburar a Buenos Aires y no apareció más, hasta que, dice el marido y padre de la criatura afectada, que la vieron juntos en un spot publicitario de un partido político para la reciente campaña. Me voy a permitir dudar: yo no conozco tantas pijas. Más bien pocas. Ninguna me gusta como la que conocí hace poco: una alegría melancólica de cuánto me perdí. Ni siquiera sé si por no haber probado más, nada te garantiza que la cantidad te traiga la pija perfecta, la que te puede hacer perder, la que te puede mantener en un orgasmo incluso vestida. No tengo el tupé de la Negra Vernaci. Por eso ella conduce un programa exitoso, está llena de guita, hace más o menos lo que se le canta el orto (eso da a entender) y yo apenas tengo un blog. Y tengo hijos. Hijos que se van porque esa es la ley de la vida y no hay vuelta que darle: no seré lo más importante para ellos en un futuro no muy lejano, cuando ellos conozcan la concha y la pija, respectivamente, que les cambie la vida para siempre. Mucho más de lo que se las puede haber cambiado yo, por más que, casi seguro en ambos casos, perduraré en ellos incluso después de muerta.
Y para Rolón, ese que la da de sabelotodo por más que sólo sepa de psicología, pscionalísis y alguna cosita más, como casi todos sabemos de algunas cositas pero no de todo, vendría bien que leyera más divulgación científica, lo puede desasnar un poco. El hombre tiene instinto, así como los animales tienen cultura. Una cosa no quita la otra, más allá de lo más desarrollado que se tenga. Por algo existen las estadística Rolón: para saber cómo funciona el ser humano en determinadas circunstancias y ante determinados estímulos; lo mismo que los animales, aunque tal vez menos. Somos tan mensurables como ellos.
Nada buscamos tanto como una pija. Incluso para que nos dé hijos.
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